El primer aspecto del futuro de los creyentes es su futuro en la etapa de compleción de la salvación completa de Dios, la etapa de la glorificación. La etapa inicial es la etapa de la regeneración, la etapa progresiva es la etapa de la transformación y la etapa de compleción es la etapa de la glorificación. Aquí tenemos tres palabras cruciales que debemos atesorar: regeneración, transformación y glorificación. Muchos creyentes han experimentado mucha transformación y se dirigen hacia la meta de la glorificación. La glorificación equivale a la etapa de compleción de la salvación completa de Dios.
Muchos creyentes profesan estrictamente un concepto objetivo de la glorificación. De acuerdo con este concepto, un día aquellos que han sido salvos y regenerados serán glorificados de improviso. La glorificación de los creyentes, ellos afirman, tendrá lugar instantáneamente en la venida del Señor Jesús. Ciertos versículos parecen indicar esto. Por ejemplo, Colosenses 3:4 dice que cuando Cristo, nuestra vida, sea manifestado, nosotros seremos manifestados con Él en gloria. Sin embargo, aunque pudiera parecer que nuestra glorificación es un evento repentino, ella será en realidad la consumación de un proceso de crecimiento gradual y de desarrollo en vida. Así como el florecimiento de una flor de clavel es el resultado del crecimiento gradual de la planta de clavel, nuestra glorificación será el resultado de nuestro crecimiento en la vida divina hasta la madurez. Un clavel no florece sino hasta que ha alcanzado la madurez, y, de manera similar, los creyentes no serán glorificados sino hasta que alcancen la madurez en vida.
La semilla de la vida divina ha sido sembrada en nuestro ser, y ahora esta semilla está creciendo dentro de nosotros. Mientras la semilla crece, ella se desarrolla gradualmente hasta alcanzar el pleno crecimiento, la madurez en vida. En ese tiempo se producirá un “florecimiento” de la semilla divina dentro de nosotros. Eso será nuestra glorificación.
La glorificación de los creyentes no será un accidente; más bien, la glorificación de ellos será resultado de su madurez en vida. Primero, somos regenerados, y después somos orgánicamente transformados mediante el crecimiento de la vida divina dentro de nosotros. Mientras la vida divina crece en nosotros, ella nos satura con el elemento divino, y este elemento nos cambia metabólicamente. Este cambio metabólico es lo que el Nuevo Testamento llama transformación. En realidad, en nuestra experiencia cristiana la transformación es simplemente el crecimiento en la vida divina. Por ejemplo, mientras una planta crece, ella es transformada de una apariencia a otra. Este crecimiento y transformación continúa hasta que la planta alcanza su madurez. Asimismo, nuestra regeneración es seguida por la transformación, y esta transformación resultará en la glorificación. Sin regeneración no hay posibilidad de experimentar la transformación; además, si no experimentamos la debida transformación, no se producirá la glorificación. La glorificación es el resultado de la transformación, y la transformación es realizada por el gradual y continuo crecimiento en vida. Alabamos al Señor que un día hemos de alcanzar nuestra madurez, y entonces hemos de ser glorificados, es decir, seremos introducidos en la plena expresión del Dios Triuno.
(Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 172-188), capítulo 9, por Witness Lee)