Solamente ir a Dios en nombre del hombre no es suficiente. También debemos ir al hombre de parte de Dios. Muchos tienen el valor de hablar con Dios, pero no con el hombre. Es importante que las personas sepan de nuestro Señor, pero para hacer esto necesitamos prestar atención a algunos asuntos.
En primer lugar, no discutamos. Esto no quiere decir que nunca debamos debatir. El libro de los Hechos nos relata algunas discusiones en las que Pablo estuvo envuelto (Hch. 17:2, 17-18; 18:4, 9). Sin embargo, las discusiones sin sentido no salvan a las personas. A veces es correcto discutir, pero esto se hace principalmente para el beneficio de los que escuchan. Evitemos discutir con los que estamos tratando de salvar, porque las discusiones, por lo general, alejan a las personas en lugar de atraerlas.
Muchos piensan que las discusiones pueden tocar el corazón de los hombres, pero en realidad lo que tocan es la mente. Podemos debatir y callar sus bocas, pero esto no les ganará el corazón. Las discusiones producen muy poco resultado, por eso es mejor evitarlas. Es preferible hablar de nuestro testimonio y contar lo que el Señor Jesús ha hecho en nuestra vida. Que sentimos paz y gozo, que podemos dormir bien y que aún las comidas tienen mejor sabor desde que creímos en El. Nadie puede argumentar ante tales hechos; al contrario, se maravillarán. Ellos tienen que ver y desear la paz y el gozo que nosotros disfrutamos y comprender lo pueden obtener al creer en el Señor Jesús.
(Mensajes para creyentes nuevos: Cómo conducir las personas a Cristo #5, capítulo 1, por Watchman Nee)