Mensajes para creyentes nuevos: Madrugar #12, por Watchman Nee

IV. LA PRACTICA DE MADRUGAR

Para concluir, ¿cómo podemos poner en práctica el madrugar? ¿Qué podemos hacer para madrugar? Debemos poner atención a algunos consejos.

Primero que todo, debemos acostarnos temprano. Esta costumbre se debe adquirir, ya que es muy difícil madrugar cuando uno se acuesta tarde. Acostarse tarde y levantarse temprano es como quemar una vela por ambos extremos.

No se imponga una meta demasiado elevada. Algunas personas se levantan a las tres o cuatro de la mañana, y cuando se dan cuenta que es muy difícil mantener ese horario, dejan de madrugar. Debemos ser moderados. La hora más apropiada para levantarse es a las cinco o seis de la mañana, cuando el sol está a punto de salir o acaba de salir. Es un buen hábito levantarse al alba. Si uno trata de levantarse más temprano, no perserverará por mucho tiempo; aparte de que fijarse una meta tan elevada hace que la conciencia nos acuse. Ciertos hermanos lo han hecho, y esto les ha causado muchos problemas en sus hogares, en sus trabajos y cuando se hospedan en otras casas. Esto no es aconsejable. Debemos seguir una norma que esté a nuestro alcance, sin irnos a extremos. Para establecer la hora adecuada de levantarse, debemos tomar en consideración nuestras limitaciones físicas y nuestras circunstancias. Una vez que establezcamos el horario, seamos fieles en mantenerlo.

Posiblemente encontraremos algunas dificultades al principio, ya que siempre es fácil madrugar el primer y el segundo día; pero no sucede lo mismo a medida que pasa el tiempo. Nos sentimos tan confortables durmiendo que nos será difícil levantarnos, especialmente durante el invierno. Pero si uno madruga por algunos días, la mente se irá ajustando al nuevo horario, al punto de no quedarnos dormidos aunque la mente pida que lo hagamos. Adquirir un nuevo hábito toma mucho tiempo, especialmente si uno está acostumbrado a acostarse tarde. Al principio necesitamos forzarnos un poco para madrugar, pidiéndole al Señor que nos conceda Su gracia, y debemos continuar haciéndolo hasta que se vuelva un hábito. Entonces madrugaremos espontáneamente. No perdamos la gracia de tener comunión con Dios al amanecer.

Una persona saludable no necesita más de ocho horas de sueño, y usted no es la excepción. No se preocupe pensando que madrugar afectará su salud; quizás la enfermedad que usted tiene se deba a la ansiedad. Muchas personas se aman mucho y se preocupan hasta el extremo de enfermarse. Si el doctor le dice que está enfermo, posiblemente usted necesite dormir diez o doce horas, pero seis u ocho horas son suficientes para una persona normal. No sugerimos que los que están enfermos madruguen. Si usted está enfermo, hace bien en quedarse en su cama y leer la Biblia allí; sin embargo, aquellos a quienes el doctor no les haya aconsejado quedarse en cama hasta tarde, y no están enfermos, deben madrugar.

Esperamos ver que los hermanos maduros y fuertes en el Señor pongan esto en práctica. La iglesia debe sacudir a los holgazanes un poco empujándolos a seguir adelante; y a la vez, debe introducir a los nuevos creyentes en esta bendición. Cuando la oportunidad se presente, preguntémosle al recién convertido: ¿A qué hora te levantas? Después de pocos días, preguntémosle de nuevo: ¿A qué hora te levantaste hoy? Hagamos esta clase de recordatorio en el primer año de la vida cristiana de esta persona. Después de un año, podemos preguntar: Hermano, ¿a qué hora te levantas ahora? Hagamos esta pregunta a los nuevos creyentes cada vez que los veamos, ayudándolos a que pongan en práctica este asunto. Sin embargo, si nosotros mismos no madrugamos para pasar tiempo con el Señor, será muy difícil transmitir esto a otros; por esta razón nosotros debemos dar el ejemplo.

El primer hábito que un creyente debe desarrollar es madrugar. Hemos desarrollado la costumbre de dar gracias por los alimentos y reunirnos en domingo; pero también debemos formar la costumbre de madrugar para tener contacto con el Señor. El nuevo creyente debe desarrollar este hábito. Es una lástima ver que algunos que han sido cristianos por muchos años, jamás hayan disfrutado la bendición de madrugar. Si deseamos experimentar esta gracia, debemos tener la costumbre de madrugar. Si formamos este hábito, la iglesia crecerá, porque cuando un solo hermano recibe luz, toda la iglesia la recibe, y cuando todos nosotros recibimos luz diariamente, la iglesia completa se enriquece. Hoy la iglesia es pobre porque muy pocas personas reciben el suministro que procede de la Cabeza. Si cada uno de nosotros recibe algo, por muy poco que sea, la acumulación de todas esas pequeñas porciones, enriquecerán profusamente la iglesia.

No deseamos que sólo unos cuantos hermanos laboren en la iglesia. Nuestra esperanza es que todos los miembros se presenten de madrugada ante el Señor, que toda la iglesia se levante al alba para recibir la gracia y las riquezas de Dios. Lo que un miembro recibe de la Cabeza, llega a ser el beneficio de todo el Cuerpo. Si cada hermano y hermana toma este camino, se producirán muchos vasos para contener al Señor, y tendremos mayor riqueza espiritual. No debemos pensar que levantarnos al amanecer no tiene importancia. Si aprendemos a madrugar y mantenemos esta costumbre, nuestro futuro espiritual será muy prometedor.

(Mensajes para creyentes nuevos: Madrugar #12, capítulo 1, por Watchman Nee)