“El que crea y sea bautizado, será salvo; mas el que no crea, será condenado” (Mr. 16:16). Este versículo nos muestra lo que el bautismo hace por una persona.
“El que crea y sea bautizado, será salvo”. Me parece que todos los protestantes temen un poco a este versículo y, por ende, no se atreven a leerlo. Siempre que lo leen, lo cambian por: “El que crea y sea salvo, será bautizado”. Pero eso no es lo que dice la Palabra del Señor. A fin de evitar el error del catolicismo, los protestantes deliberadamente dan rodeos a la Palabra de Dios. Sin embargo, al tratar de evadir el error del catolicismo, caen en otro error. La Palabra del Señor es clara: “El que crea y sea bautizado, será salvo”. El hombre no tiene autoridad para cambiarlo por: “El que crea y sea salvo será bautizado”.
Prestemos atención a lo que significa la salvación en la Biblia. ¿De qué es salva una persona? Según la Biblia, el hombre es salvo del mundo, no del infierno. Lo contrario a la vida eterna es la perdición, pero la Biblia no considera la salvación como lo contrario a la perdición. La Biblia nos muestra que la salvación es nuestra liberación del mundo. Mientras una persona está en el mundo, ya está perdida.
Examinemos la condición del hombre delante de Dios. Hoy día el hombre no tiene que hacer nada para perecer. Yo no pereceré porque haya matado a alguien, ni seré salvo de la perdición porque no haya matado a alguien. El hecho es que todo el mundo está perdido. Dios nos sacó de entre los que perecen y nos salvó. El mundo está perdido corporativamente, pero Dios salva hombres individualmente, uno por uno. Dios no coge todos los peces y después separa a los buenos de los malos, asignando unos a la salvación y otros a la perdición. Todos los peces del mar ya están perdidos. Los que Dios pesca son salvos; el resto permanece en el mar.
Así que, la salvación y la perdición no tienen nada que ver con si uno ha creído ni con lo buena que sea su conducta, pero sí con la posición, es decir, el lugar donde uno se encuentre. Si está en el barco, es salvo. Si todavía permanece en el mar, está perdido. Tal vez usted no haya hecho nada, pero en tanto que esté en el mundo, eso basta para que perezca. No importa si usted es bueno o malo, si es un caballero o un villano. Tampoco es un asunto de vivir por su conciencia o no. Mientras esté en el mundo, usted está terminado. Si no ha salido de allí, está condenado ante Dios.
Debido a que Adán pecó y llegó a ser un pecador, todos los hombres vinieron a ser pecadores. El hombre no necesita pecar para ser pecador. Todos se convirtieron en pecadores por el pecado de un hombre. En la actualidad, Dios nos salvó de entre muchos hombres. Si usted está en el lado del mundo, no importa qué clase de persona sea, usted se opone a Dios y es enemigo de El. Su posición es incorrecta; es una posición en la que perece y está en camino a la perdición. Si usted todavía está en el mundo, está perdido.
La palabra salvación ha sido usada liberalmente entre nosotros y con mucha confusión. Existe una diferencia entre ser salvo y obtener la vida eterna. Obtener la vida eterna es un asunto personal, pero la salvación no consiste sólo en recibir la vida eterna a nivel personal, sino que también implica salir de una entidad corporativa que está errada. Hermanos y hermanas, ¿entienden claramente esta diferencia? Recibir la vida eterna es un asunto personal. Pero la salvación no es únicamente un asunto personal, pues tiene que ver con la entidad colectiva a la que pertenecíamos anteriormente.
Ser salvo significa salir de una entidad y entrar en otra. Recibir la vida eterna denota aquello a lo que hemos entrado; no aquello de donde hemos salido. La salvación incluye la salida y la entrada. Así que, la esfera de la salvación es más amplia que la de recibir la vida eterna. Ser salvo incluye ser librado del mundo, es decir, salir del mundo.
(Mensajes para creyentes nuevos: Bautismo #1, capítulo 1, por Watchman Nee)