Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 063-078), por Witness Lee

D. EN SU MINISTERIO TERRENAL

1. Predica el evangelio

En Su ministerio terrenal el Señor Jesús predicó el evangelio, las buenas nuevas. Lucas 4:18a dice: “El Espíritu del Señor está sobre Mí, por cuanto me ha ungido para anunciar el evangelio a los pobres”. La palabra en griego traducida “anunciar el evangelio” es evaggelízo, que significa evangelizar, anunciar buenas noticias. Predicar el evangelio fue la primera comisión del Señor Jesús como Ungido de Dios, el Mesías. El evangelio debía ser anunciado a los pobres, esto es, a los pobres en las cosas celestiales, espirituales y divinas (12:21; Ap. 3:17; cfr. Mt. 5:3).

Marcos 1:14 dice: “Jesús vino a Galilea proclamando el evangelio de Dios”. La proclamación de Cristo tenía como fin anunciar las buenas nuevas de Dios a las personas miserables que estaban en cautiverio; el propósito de Su enseñanza (vs. 21-22) era iluminar con la luz divina de la verdad a los ignorantes, los cuales estaban en tinieblas. Su proclamación supone una enseñanza, y Su enseñanza implica una proclamación (Mt. 4:23). Esto fue lo primero que Él hizo en Su ministerio, y también era la estructura total de Su servicio evangélico (Mr. 1:38-39; 3:14; 6:12; 14:9; 16:15, 20).

En Su predicación el Señor Jesús instó a las personas diciéndoles: “Arrepentíos, y creed en el evangelio” (Mr. 1:15). El arrepentimiento se produce principalmente en la mente; la acción de creer sucede principalmente en el corazón (Ro. 10:9). De la manera en que este término es usado en Marcos 1:15, la palabra arrepentirse literalmente significa cambiar de modo de pensar, esto es, adoptar otra mentalidad. Arrepentirse es cambiar de modo de pensar, sintiendo pesar por el pasado y tomando un nuevo camino para el futuro. Creer es unirse uno a las cosas en las cuales cree así como también recibir las cosas en las cuales cree. Creer en el evangelio es creer principalmente en el Señor Jesucristo (Hch. 16:31), y creer en Él es entrar en Él por la fe (Jn. 3:15-16) y recibirle (1:12) para ser unido orgánicamente a Él. Tal fe (Gá. 3:22) en Cristo nos la da Dios (Ef. 2:8) por la palabra de la verdad del evangelio que escuchamos (Ro. 10:17; Ef. 1:13). Esta fe nos introduce en todas las bendiciones del evangelio (Gá. 3:14). Por tanto, es preciosa para nosotros (2 P. 1:1).

Creer es recibir al Señor Jesús no sólo para obtener el perdón de pecados (Hch. 10:43), sino también para experimentar la regeneración (1 P. 1:21, 23), a fin de que quienes han creído puedan llegar a ser hijos de Dios (Jn. 1:12-13) y miembros de Cristo (Ef. 5:30) en una unión orgánica con el Dios Triuno (Mt. 28:19).

Específicamente, en Marcos 1:15 el Señor Jesús predicó que debemos creer en el evangelio. Éste es el evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios (v. 1), el evangelio de Dios y el evangelio del reino de Dios. Jesucristo, el Hijo de Dios, con todos los procesos por los cuales pasó —la encarnación, la crucifixión, la resurrección y la ascensión— y Su obra redentora completa, es el contenido del evangelio (Ro. 1:2-4; Lc. 2:10-11; 1 Co. 15:1-4; 2 Ti. 2:8). Por consiguiente, el evangelio es el evangelio de Jesucristo. El evangelio fue planeado, prometido y llevado a cabo por Dios (Ef. 1:8-9; Hch. 2:23; Ro. 1:2; 2 Co. 5:21; Hch. 3:15), y es el poder de Dios para salvación a todos los creyentes (Ro. 1:16) a fin de que éstos sean reconciliados con Dios (2 Co. 5:19) y regenerados por Él (1 P. 1:3) para ser Sus hijos (Ro. 8:16) y disfrutar de todas Sus riquezas y bendiciones como herencia (Ef. 1:14). Por tanto, es el evangelio de Dios. Este evangelio introduce a los creyentes en la esfera del gobierno divino para que participen de las bendiciones de la vida divina en el reino divino (1 Ts. 2:12). Por consiguiente, también es el evangelio del reino de Dios. Por eso, su contenido entero es el mismo contenido del Nuevo Testamento con todos sus legados. Cuando creemos en este evangelio, heredamos al Dios Triuno con Su redención, Su salvación y Su vida divina y las riquezas de la misma como nuestra porción eterna.

(Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 063-078), capítulo 3, por Witness Lee)