IMPORTA LA PERSONA, NO LAS DOCTRINAS
Aprender doctrinas no nos hace obreros calificados que sirvan a Dios. Lo que importa es la clase de persona que seamos, pues el medio por el cual la obra se lleva a cabo, es la persona misma. Por lo tanto, esto depende del grado al que Dios haya quebrantado nuestra persona. ¿Qué podría ministrar a la iglesia una persona sin transformación, aunque tenga doctrinas correctas? La lección básica que debemos aprender para ser vasos útiles al Señor es que nuestro hombre exterior debe ser quebrantado.
Dios ha estado obrando en nosotros durante años. Aunque no nos demos cuenta de ello, día tras día El procura llevar adelante su obra de quebrantamiento por medio de los sufrimientos y las dificultades. Cuando queremos ir en una dirección, no nos lo permite, y cuando queremos ir en otra, nos detiene de nuevo. Vez tras vez la mano de Dios nos ha detenido. Si no vemos la mano de Dios obrar en las diferentes situaciones que nos rodean, deberíamos pedirle: “Dios, abre mis ojos para poder ver Tu mano obrar”. En ocasiones la vista de un asno es más aguda que la de un presunto profeta. La Biblia habla de un asno que vio a un mensajero de Jehová, mientras que su propio amo no lo podía ver. El asno comprendió que la mano de Dios les prohibía seguir adelante, pero el autodenominado profeta no lo entendía. Debemos comprender que Dios obra en nosotros quebrantándonos. Por años Dios ha tratado de quebrantar y desmenuzar nuestro hombre exterior, con el propósito de que nuestro yo no permanezca intacto. Desafortunadamente, muchos piensan que lo que necesitan es aprender doctrinas, acumular mensajes para predicar y asimilar más exposiciones de la Biblia. Pero esto es totalmente erróneo. Lo que la mano de Dios intenta hacer es quebrantarnos para que no sigamos nuestro propio camino, nuestros pensamientos ni nuestras decisiones, sino los Suyos. Dios procura quebrantarnos completamente. El problema de muchos es que siempre que Dios se interpone en su camino, empiezan a culpar una cosa u otra por el obstáculo. Actúan como aquel profeta que no podía ver la mano de Dios y culpaba a su asno por haberse detenido.
Todo lo que nos sucede es importante y es parte de los que Dios dispone en Su providencia. En la vida de un creyente nada sucede por casualidad ni es ajeno al mandato divino. Debemos humillarnos y aceptar lo que Dios ha dispuesto. Que el Señor abra nuestros ojos para que veamos que Dios prepara de antemano todo lo que nos rodea, conforme a Su propósito. El procura molernos por medio de todo ello. El día que Dios nos conceda Su gracia, aceptaremos gustosos todas las circunstancias que El disponga. Nuestro espíritu será liberado, y podremos usar nuestro espíritu.
(Quebrantamiento del hombre exterior y la liberación del espíritu, El, capítulo 3, por Watchman Nee)