Leemos en 1 Corintios 12:12-13: “Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también el Cristo. Porque en un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un solo cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu”.
Ya dijimos que la iglesia procede de Cristo. Ahora quisiéramos examinar cómo la unidad de la iglesia se halla en el Espíritu Santo.
La iglesia proviene de Cristo; es decir, El es su origen. Todo los cristianos poseen una vida nueva. La vida de Cristo ha venido a ser millones de cristianos. Juan 12 habla de que el grano de trigo cae en la tierra y muere, y lleva mucho fruto. Todos los granos que se producen de este solo grano tienen la misma esencia del grano original. Un solo grano es ahora muchos granos, los cuales, a su vez, proceden de ese único grano. ¿Cómo pueden todos estos cristianos que poseen la misma vida llegar a ser un solo Cuerpo? La respuesta a esta pregunta es la obra del Espíritu Santo. Cristo, siendo uno solo, se ha vuelto millones de cristianos. El Espíritu Santo los bautiza a todos ellos en un solo Cuerpo. Esta es la enseñanza fundamental que encontramos en 1 Corintios 12:12-13. El Cuerpo es uno solo; sin embargo está compuesto de muchos miembros. ¿Cómo pueden los muchos miembros ser un solo cuerpo? “En un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un solo cuerpo”. En otras palabras, este Cuerpo nace por medio del bautismo, pues en él los muchos cristianos son sumergidos en un solo Cuerpo. Cada cristiano es como un fragmento cortado de una gran roca, y el Espíritu Santo es como el cemento que pega de nuevo las piedras para volver a formar una sola roca.
El Cuerpo de Cristo tiene dos principios básicos: Primero, no existe aparte de lo que sale de Cristo; segundo, no existe sin la operación del Espíritu Santo. En primer lugar, el creyente debe ser bautizado por el Espíritu y lleno de El. Los hijos de Dios primero deben ser bautizados por el Espíritu para llegar a ser el Cuerpo. Esto fue lo que sucedió en Pentecostés, en Hechos 2. Muchos reciben la vida del Señor y llegan a ser Sus muchos miembros; entonces el Señor los bautiza en un solo Cuerpo por medio del Espíritu Santo. Los que conocen al Señor y al Espíritu Santo también conocerán Su Cuerpo. Hay muchos miembros en el cuerpo humano, pero la cabeza los gobierna a todos ellos por medio del sistema nervioso. De igual manera, la Cabeza de la iglesia une a los muchos miembros en un solo Cuerpo por medio del Espíritu Santo.
La iglesia es fruto de Cristo y constituye un solo Cuerpo en el Espíritu Santo. La comunión cristiana se basa en que los miembros son parte del Cuerpo de Cristo. No tenemos ninguna otra relación aparte de ésta. No estamos vinculados por el hecho de ser judíos o griegos. Tenemos comunión unos con otros porque somos miembros del Cuerpo de Cristo. La comunión que nos une se basa en el Cuerpo.
Existe una sola base para la comunión que tenemos en la iglesia: somos compañeros y miembros unos de otros en el Cuerpo. No podemos tener ninguna comunión que se base en cualquier otro fundamento. Cualquier comunión que se tenga fuera del Cuerpo de Cristo causa división. Cualquier comunión que no sea tan amplia como el Cuerpo mismo, es en efecto más pequeña que éste y, por ende, no es la comunión del Cuerpo. Cualquier límite que sea diferente del límite del Cuerpo, constituye un estorbo para determinar los confines del Cuerpo. Cualquier variante en cuanto a los confines del Cuerpo siempre obstaculizará su comunión. No podemos aceptar ninguna comunión que sea diferente del Cuerpo, ya que nuestra meta es sustentar la comunión de los cristianos, la comunión del Cuerpo, y no crear ninguna comunión que sea más pequeña que el Cuerpo.
(Mensajes para creyentes nuevos: Cuerpo de Cristo, El #24, capítulo 1, por Watchman Nee)