Cada creyente debe hacer una libreta de oración cada año para asentar en ella sus oraciones, como si se tratara de un libro de contabilidad. Cada página debe tener cuatro columnas. En la primera asentará la fecha en la cual empezó a orar por algo; en la segunda, el objeto por el cual ora; en la tercera, la fecha en la cual recibe respuesta a la oración; y en la cuarta, debe dejar constancia de la manera en que Dios contestó la oración. Entonces, el creyente se dará cuenta cuántas cosas le ha pedido a Dios por año, de cuántas ha recibido respuesta y de cuántas están pendientes. Los que han sido salvos recientmente deben tener una libreta de este tipo, aunque sería bueno que también los que llevan más tiempo la tuvieran.
La ventaja de anotar toda esta información en un solo cuaderno es que nos muestra si Dios contesta nuestras oraciones o no, porque cuando Dios se detiene, debe de haber alguna razón para que esto suceda. Es bueno que los creyentes tengan celo al servir al Señor, pero tal servicio es inútil si sus oraciones no reciben respuesta. Si el camino del hombre a Dios se bloquea, lo mismo sucederá con el camino a los hombres; por lo tanto, debemos procurar ser hombres poderosos ante Dios antes de que El nos pueda usar ante los hombres.
En cierta ocasión un hermano anotó los nombres de ciento cuarenta personas y oró pidiendo que fuesen salvas. Algunas personas fueron registradas en la mañana y esa misma tarde fueron salvas. Después de dieciocho meses, sólo dos de ellas no habían sido salvas. Este es un excelente modelo para nosotros. Esperamos que Dios obtenga más hijos que lleven un registro de sus oraciones. Espero que usted anote uno por uno los asuntos por los que ora, así como los que Dios contesta; cualquier cosa que usted haya anotado en el libro y no haya recibido respuesta, debe ser presentada al Señor con perseverancia. Usted sólo debe dejar de orar en el caso en que Dios le dé a conocer que aquello no concuerda con Su voluntad. De lo contrario, persista hasta que reciba respuesta. Usted no puede ser negligente por ningún motivo. Debe aprender desde el principio a ser estricto en este asunto y debe ser serio ante Dios. Una vez que comience, no se detenga hasta que obtenga la respuesta.
Al usar su cuaderno de oración, note que algunas oraciones necesitan oración continua, y otras sólo una vez a la semana. Este horario depende del número de peticiones que tenga anotadas en el libro, ya que si tiene muy pocas, puede orar por ellas diariamente pero si tiene muchas puede organizarlas de tal modo que ore por algunas los lunes y por otras los jueves y así sucesivamente. Igual que los hombres organizan su agenda de actividades, también nosotros debemos administrar nuestro tiempo de oración. Si nuestras oraciones no son específicas, no necesitaremos un libro de oración. Podemos mantener esta libreta junto a nuestra Biblia y a nuestro himnario, ya que debe usarse diariamente. Después de un tiempo, cuente cuántas oraciones han sido respondidas y cuántas no. En verdad es una bendición orar de una manera específica de acuerdo con nuestro libro de oración.
La oración que el Señor enseña en Mateo 6, la que se describe en 1 Timoteo 2 y las oraciones en las que se pide luz, vida, gracia y dones para la iglesia, son oraciones que se dirigen a temas generales, y no es necesario clasificarlas con nuestras peticiones específicas. Debemos orar diariamente por estas cosas grandes.
La oración tiene dos fines: la persona que ora y aquella por la cual se ora. Muchas veces la persona por la cual se ora no cambia a menos que la que ora cambie primero. Si la situación persiste, debemos acudir a Dios y decirle: “Señor, ¿qué cambios debo hacer? ¿Qué pecados no te he confesado? ¿Qué afectos debo dejar? ¿Estoy de verdad aprendiendo la lección de la fe? ¿Hay algo más que debo aprender?” Si hay algún cambio necesario de nuestra parte, debemos hacerlo primero, porque no podemos esperar que aquellos por quienes oramos cambien, a menos que nosotros lo hayamos hecho primero.
Cuando un hombre cree en el Señor, debe aprender a orar sin cesar. Debe aprender bien la lección de la oración antes de tener un conocimiento profundo de Dios y llevar fruto en abundancia.
(Mensajes para creyentes nuevos: Oración, La #11, capítulo 1, por Watchman Nee)