Por lo general, entre los cristianos la vida eterna, la cual es llamada “vida imperecedera”, se ha considerado, no como cierta clase de vida, sino como una clase de entorno feliz para que los creyentes de Cristo lo disfruten por la eternidad en el cielo después que mueran. Incluso en la actualidad la enseñanza en el cristianismo en cuanto a “ir al cielo” es muy predominante. Los maestros cristianos no le enseñan al pueblo el entendimiento apropiado de lo que es la vida eterna, sino que la interpretan como un entorno feliz en donde los creyentes disfrutarán de ciertas bondades por la eternidad en el cielo después que mueran. Dicen que es una vida imperecedera. ¡Qué error tan garrafal es éste! No obstante, damos gracias al Señor porque en los últimos setenta años Él ha recobrado entre nosotros la perspectiva bíblica y el entendimiento apropiado de lo que es la vida eterna de Dios, la cual recibimos de Él al creer en el Hijo de Dios, Jesucristo. Ésta es una vida que se halla en el nivel más elevado, pues es la vida divina de Dios y es incluso el propio Dios Triuno en Su totalidad, increado, incorruptible, indestructible y también eterno. Ser eterno significa ser perfecto y completo en calidad, cantidad, tiempo, espacio y existencia. La vida eterna que recibimos al creer en Cristo es perfecta y completa en calidad, cantidad, tiempo, espacio y existencia. Es eternamente perfecta y completa. Existe por la eternidad en el tiempo y el espacio. No es pasajera, sino imperecedera en todo aspecto. Es con esta vida eterna e imperecedera, perfecta y completa, incorruptible e indestructible, admirable y maravillosa que nosotros fuimos regenerados, que estamos siendo transformados y que seremos glorificados con el propio Dios Triuno consumado como nuestra gloria eterna. ¡Ésta es la vida eterna!
(Puntos cruciales de los ítems principales del recobro actual del Señor, Los (segunda edición), capítulo 1, por Witness Lee)