El primer aspecto del reino es el reino de Dios. El reino de Dios es el reinado de Dios ejercido de manera general sobre el universo. En términos generales, Dios reina al ejercer autoridad y poder. Dios gobierna los cielos, la tierra, toda cosa creada y al hombre de manera general y objetiva.
El reino de Dios, como reinado general de Dios, abarca desde la eternidad pasada hasta la eternidad futura (He. 1:8; Sal. 145:13; Dn. 4:3b). Debido a que el reino de Dios es el reinado de Dios, tal reinar es lo que sigue a la existencia de Dios. La existencia de Dios es desde la eternidad hasta la eternidad, sin principio ni fin. Por tanto, el reinado de Dios, Su reino, también es desde la eternidad hasta la eternidad, sin principio ni fin.
La Biblia revela que el reino de Dios abarca un ámbito muy amplio, esto es: la eternidad que no tiene principio antes de la fundación del mundo, el paraíso de Adán, los patriarcas escogidos, la nación de Israel en el Antiguo Testamento (Mt. 21:43), la iglesia en el Nuevo Testamento (Ro. 14:17), el milenio venidero (Ap. 20:4, 6) y el cielo nuevo y la tierra nueva por la eternidad que no tiene fin.
Ahora debemos remitirnos al diagrama adjunto. Los siete ítems incluidos en el reino de Dios pueden ser vistos en los seis círculos de dicho diagrama. El primer círculo corresponde al primer ítem: la eternidad sin comienzo, antes de la fundación del mundo. El segundo círculo, que representa la dispensación anterior a la ley, incluye dos ítems: el paraíso de Adán y los patriarcas escogidos. El tercer círculo, que representa la dispensación de la ley, corresponde al cuarto ítem, a saber, la nación de Israel en el Antiguo Testamento. El siguiente círculo, que representa la dispensación de la gracia, corresponde a la iglesia en el Nuevo Testamento; y el quinto círculo, que representa la dispensación del reino, corresponde al sexto ítem: el milenio venidero. Finalmente, el último círculo corresponde al séptimo ítem: el cielo nuevo y la tierra nueva por la eternidad que no tiene fin.
Consideremos más en detalle el cuarto y el quinto círculo. La columna que aparece debajo del cuarto círculo indica que este período incluye cinco cosas: el reino de los cielos se ha acercado (Mt. 3:2; 4:17; 10:7), el comienzo del reino de los cielos (16:18-19; 13:24; 22:2), la iglesia (1 Ti. 3:15; Ef. 1:22b-23), la realidad del reino de los cielos (Mt. 5—7) y la apariencia del reino de los cielos (13:24-42). La realidad del reino de los cielos está en la iglesia, y fuera de la iglesia así como cerca de ella está la apariencia del reino de los cielos. Dentro del círculo correspondiente a la iglesia hay un círculo más reducido marcado con líneas entrecortadas, el cual representa la realidad del reino de los cielos. Este círculo menor incluye solamente a los creyentes vencedores. Entre los creyentes hay muchos que son creyentes derrotados. Si bien son personas derrotadas, por ser auténticos creyentes ellos son miembros de la iglesia. Por esta razón, el círculo que corresponde a la iglesia es mayor que el círculo que corresponde a la realidad del reino de los cielos. Además, los otros dos círculos marcados con líneas entrecortadas indican que sobrepasando el círculo de la iglesia misma tenemos el ámbito correspondiente a la apariencia del reino de los cielos —la cristiandad— así como el mundo, las naciones.
Después de la dispensación de la gracia vendrá la dispensación del reino, el milenio, tal como está representado por el quinto círculo. La línea entrecortada que divide este círculo por la mitad indica que en el milenio habrá dos secciones o dos partes: la parte celestial y la parte terrenal. La parte celestial será la manifestación del reino de los cielos, la cual incluye a Cristo y los santos vencedores. Todo aquel que esté en la realidad del reino de los cielos en la actualidad, estará en la manifestación del reino de los cielos en el milenio; sin embargo, según Mateo 13, los constituyentes de la apariencia del reino de los cielos serán echados al lago de fuego para arder allí. La manifestación del reino de los cielos, compuesta por los santos vencedores, en realidad será la Nueva Jerusalén durante el milenio. La segunda parte del milenio es la parte terrenal. En esta sección el lugar central es ocupado por los israelitas que fueron salvos, quienes serán los sacerdotes que enseñen a las naciones restauradas a servir a Dios. Estas naciones restauradas serán los pueblos alrededor de Israel. En el milenio los santos vencedores serán los reyes, los israelitas salvos serán los sacerdotes y el pueblo será conformado por las naciones restauradas.
Después del milenio vendrá la plenitud de los tiempos, es decir, la eternidad que no tiene fin. En la eternidad futura tendremos el cielo nuevo y la tierra nueva, cuyo lugar central lo ocupará la Nueva Jerusalén. En este centro estarán todos los santos que Dios escogió, llamó, redimió, santificó, transformó, conformó, perfeccionó y glorificó. Entre estos santos estarán incluidos tanto los del Antiguo Testamento como los del Nuevo Testamento. Por un lado, estos santos serán reyes que reinarán sobre las naciones que fueron purificadas; por otro, serán sacerdotes que servirán a Dios y a Cristo. Por tanto, los reyes y sacerdotes estarán en la Nueva Jerusalén, y los pueblos que fueron purificados al final del milenio constituirán el pueblo en la eternidad, quien por la eternidad será las naciones que son sustentadas y mantenidas eternamente con las hojas del árbol de la vida (Ap. 22:2).
Si estudiamos detenidamente este diagrama podremos ver la diferencia que existe entre el reino de Dios y el reino de los cielos, el cual forma parte del reino de Dios, esto es, el reinado que Dios ejerce de manera general por medio de Su autoridad y poder.
(Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 240-253), capítulo 1, por Witness Lee)