1) “Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa” (Lc. 19:9).
El Señor Jesús dirigió esta palabra a un gran pecador, Zaqueo, el recaudador de impuestos, confirmando así que la familia es la unidad de la salvación que Dios nos proveyó y el Señor nos trajo. El no dijo que la salvación había venido a esa persona en aquel día, sino que la salvación había venido a esa casa. Indudablemente, el Señor quería que toda la familia de Zaqueo creyera en El y fuera salva. ¡La palabra del Señor a Zaqueo fue a la vez una sugerencia y también un aviso para él!
2) “Y sacándolos [a los apóstoles Pablo y Silas], les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa” (Hch. 16:30-31).
Este es el diálogo entre el carcelero filipense y los dos apóstoles. El carcelero les preguntó qué debería hacer él mismo para ser salvo; sin embargo, los apóstoles le contestaron que no sólo él mismo, sino también él y su familia serían salvos. Esto demuestra que en el corazón de los apóstoles enviados por el Señor a predicar Su evangelio, la salvación del Señor era para el individuo, mientras que la unidad de la salvación era la familia. Una vez más, la palabra de los apóstoles al carcelero fue tanto una sugerencia como un aviso de que él no debería prestar atención solamente a su salvación personal, ¡sino también a la de toda su familia!
(Lecciones de vida, tomo 1, capítulo 2, por Witness Lee)