Estudio-vida de Mateo, por Witness Lee

IV. CON RESPECTO A LA LEY DEL PUEBLO DEL REINO

En este mensaje llegamos a la tercera sección de la palabra proclamada por el Rey en el monte (5:17-48), la cual está relacionada con la ley del pueblo del reino de los cielos. La constitución del reino celestial ciertamente debe abarcar la ley. Anterior a los tiempos del Señor Jesús, los hijos de Israel tenían la ley de Moisés. También tenían a los profetas. La profecía siempre sirve a la ley. Cuando el pueblo es débil y no puede cumplir la ley, es necesario que los profetas intervengan para fortalecerlos a fin de que cumplan la ley. Así que, el cumplimiento de la ley necesita el fortalecimiento efectuado por los profetas. Por lo tanto, en el Antiguo Testamento se hallan la ley y los profetas. Esta es la razón por la cual el Señor habló de la ley y de los profetas en el versículo 17.

A. Ni la ley ni los profetas fueron abolidos, sino cumplidos

El versículo 17 dice: “No penséis que he venido para abolir la ley o los profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir”. Aquí “cumplir la ley” tiene tres aspectos: significa que, 1) en el sentido positivo, Cristo guardó la ley, 2) en el sentido negativo El satisfizo lo requerido por la ley al morir como nuestro sustituto en la cruz, y 3) Cristo complementa la vieja ley con Su nueva ley, lo cual El afirma repetidas veces con la expresión “Pero Yo os digo” (vs. 22, 28, 32, 34, 39, 44).

Con respecto a la ley, hay dos aspectos: los mandamientos de la ley y el principio de la ley. Los mandamientos de la ley fueron cumplidos y complementados por la venida del Señor, mientras que el principio de la ley es reemplazado por el principio de la fe según la economía neotestamentaria de Dios.

Antes de que Cristo viniera, se hallaban la ley y el fortalecimiento realizado por los profetas. Entonces, ¿por qué se necesitaba la ley del reino de los cielos? Porque los requisitos de la vieja ley no eran lo suficientemente elevados y no estaban completos. Tomemos por ejemplo el asesinato. La ley antigua exigía que no matásemos (Ex. 20:13), pero no decía nada, ni siquiera una palabra, acerca del enojo. Si una persona mataba a otra, era condenada por la ley de Moisés. Pero sin considerar cuán enojada estuviera con otro, mientras no cometiese el asesinato, no sería condenada por la ley de Moisés. Aquí vemos cuán deficiente e incompleta es la vieja ley. Sin embargo, el requisito de la ley del reino de los cielos es mucho más alto que el de la ley de Moisés. Según la ley del reino de los cielos, se nos prohíbe enojarnos con nuestros hermanos. En los versículos 21 y 22 el Señor dijo: “Oísteis que fue dicho a los antiguos: ‘No matarás; y cualquiera que mate será reo de juicio’. Pero Yo os digo que todo el que se enoje con su hermano será reo de juicio”. Por lo tanto, la ley del reino de los cielos es más elevada que la ley de la antigua dispensación.

Otro ejemplo es la ley respecto al adulterio. Bajo la ley antigua se prohibía cometer adulterio, pero bajo la nueva se prohíbe mirar a una mujer para codiciarla (vs. 27-28). Así que, el principio básico de la ley del reino de los cielos consiste en que es más elevada que la ley antigua. Nosotros no anulamos la vieja ley; la complementamos para hacerla más alta. Por esta razón, el Señor Jesús dijo que El no había venido para abolir la ley, sino para cumplirla.

Muchos cristianos no entienden adecuadamente el significado de la palabra “cumplir” en el versículo 17. A través de muchos años de estudiar, observar y experimentar, hemos visto que en este versículo la palabra “cumplir” tiene tres aspectos.

(Estudio-vida de Mateo, capítulo 17, por Witness Lee)