UNA PALABRA ACERCA DE LA MANSEDUMBRE
Quisiera añadir algo acerca de la mansedumbre. El Nuevo Testamento nos dice que no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra el diablo, contra el enemigo de Dios. Día y noche debemos luchar contra el diablo, el enemigo de Dios. Sin embargo, no debemos luchar contra los seres humanos, ni siquiera contra los que se nos oponen. Debemos ser mansos para con todos los hombres, incluyendo a los adversarios y a los opositores. Aunque luchamos contra Satanás y contra los principados que están en el aire, no tenemos lucha con los hombres. Por el contrario, los amamos a todos. Ustedes los jóvenes no deben ir a los campos universitarios para pelear con los estudiantes. Nunca digan: “¡Derrotaremos a los estudiantes y tomaremos posesión de la tierra!” No vayan a las universidades para pelear, sino para ser mansos. Necesitamos ser tan mansos que, si un perseguidor nos abofetea en la mejilla derecha, podamos volverle la otra. Ser manso significa no resistir ni luchar. Sin embargo, al volverle la otra mejilla al perseguidor, debemos orar: “Señor, ¡ata las potestades de las tinieblas!” Mientras somos mansos para con otros, debemos luchar contra las potestades de las tinieblas. Las personas no son el enemigo; el enemigo es Satanás y sus ángeles, las potestades malignas del aire.
(Estudio-vida de Mateo, capítulo 15, por Witness Lee)