CRISTO DESCENDIÓ
A LAS PARTES MÁS BAJAS DE LA TIERRA
Y SUBIÓ POR ENCIMA DE TODOS LOS CIELOS
Este pasaje primeramente nos muestra la Cabeza ascendida. “Por lo cual la Escritura dice: ‘Subiendo a lo alto, llevó cautivos a los que estaban bajo cautiverio, y dio dones a los hombres’. (Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido a las partes más bajas de la tierra? El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo)” (vs. 8-10). Cristo es Aquel que subió a lo alto. El hecho de que subiera a lo alto indica que Él había descendido a un lugar bajo. Él originalmente estaba en el trono en los cielos. Al hacerse carne, Él descendió del cielo a la tierra y nació en un pesebre en Belén, una ciudad pequeña y terrenal.
Él vivió en la tierra por treinta y tres años y medio, y luego fue a la cruz y allí murió. Después de esto, descendió al Hades, que es “las partes más bajas de la tierra” mencionadas en el versículo 9. De allí, resucitó de entre los muertos y salió del Hades y del sepulcro, ascendiendo así a la tierra. Cuarenta días después, ante los ojos de los discípulos, Él ascendió de la tierra por encima de todos los cielos (Hch. 1:9). Así que, el descenso del Señor fue del cielo a la tierra, y luego de la tierra al Hades. Su ascenso fue del Hades a la tierra, y luego de la tierra a lo alto por encima de todos los cielos. Este viaje que el Señor hizo fue Su obra. En esta obra, Él primero se hizo carne para llegar a ser un hombre. El Dios ilimitado e infinito que trasciende el tiempo y el espacio llegó a ser un hombre en el tiempo y en el espacio, que estaba restringido en todo aspecto. Mientras estaba en Judea, Él no podía estar en Galilea, y cuando estaba en Galilea, no podía estar en Jerusalén. Él estuvo restringido por el tiempo y el espacio por treinta y tres años y medio. Éste no fue un breve periodo de tiempo. Por lo tanto, fue un hecho tremendo que Él se hubiese hecho carne para llegar a ser un hombre.
Tampoco fue algo insignificante el que Él hubiera vivido en la tierra por tanto tiempo. Mientras estaba en la tierra, la tierra se encontraba en un estado de confusión. Prácticamente no había nada que le pudiera proporcionar gozo. Incluso el discípulo más cercano a Él lo negó cuando estaba a punto de ir a la cruz. Él tuvo que soportar todo eso. No fue nada fácil para Él soportar todas estas cosas por treinta y tres años y medio. Luego tuvo que pasar por un proceso para ir a la cruz. Fue arrestado, interrogado y examinado por los hombres. Después de esto, fue condenado a muerte injustamente por la religión ciega en conjunción con la política oscura. Él llevó Su propia cruz parte del camino de la ciudad de Jerusalén a Gólgota y fue crucificado allí. Estuvo en la cruz por seis horas, efectuando la obra de la cruz, y luego entró en el sepulcro y descendió al Hades. Después de tres días, salió del Hades y del sepulcro y fue resucitado. En Su resurrección, Él permaneció en la tierra por cuarenta días más antes de subir a los cielos.
En todo este proceso, Él llevó a cabo muchas cosas. En primer lugar, introdujo a Dios en el hombre de una manera verdadera. Segundo, vivió en el hombre para experimentar todos los sufrimientos de la vida humana. Tercero, fue a la cruz para efectuar una muerte todo-inclusiva. En el aspecto negativo, resolvió el problema de nuestro pecado (Jn. 1:29; 1 P. 2:24; He. 9:26, 28; 1 Co. 15:3), condenó la carne de pecado (Ro. 8:3), crucificó el viejo hombre en la cruz (6:6), destruyó a Satanás (He. 2:14) junto con su mundo (Jn. 12:31), acabó con la vieja creación y abolió la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, las cuales dividían a los hombres (Ef. 2:14-16). En el aspecto positivo, liberó la vida eterna, ilimitada, divina y gloriosa. Cuarto, en la resurrección, llegó a ser el Espíritu vivificante. Este Espíritu está en todas partes. Él está tan disponible que incluso está en nuestra boca y en nuestro espíritu. Es por eso que cuando invocamos: “Oh, Señor Jesús”, sentimos algo en nuestro interior. Si usted invoca a cualquier hombre famoso de la historia, no tendrá tal sentir. Esto se debe a que todos ellos están muertos. Platón, Sócrates, Confucio, Mencius, Laotze, etc., todos ellos ya murieron. Aun si usted invoca sus nombres, no habrá ninguna respuesta. Pero en cuanto invoca al Señor Jesús, algo empezará a ocurrir en su interior. Usted tendrá cierto sentir. Esto se debe a que este Jesús ha resucitado de entre los muertos y ha llegado a ser el Espíritu vivificante. Hoy Él está en nosotros como vida. Todo esto se logró debido a que Él llegó a ser carne, pasó por el vivir humano y por la resurrección de entre los muertos.
(
Perfeccionamiento de los santos y la edificación del Cuerpo de Cristo, El, capítulo 1, por Witness Lee)