EL SERVICIO EN LA NUEVA MANERA
Contactar a las personas
El primer aspecto del servicio en la nueva manera consiste en contactar a las personas, es decir, en pagar el precio de contactar a las personas para el Señor. En primer lugar, debemos pastorear y apacentar las ovejas del Señor. El Señor le preguntó a Pedro tres veces en Juan 21:15-17: “¿Me amas?”. Cuando Pedro respondió: “Señor, te amo”, el Señor le respondió la primera vez, diciendo: “Apacienta Mis corderos”. Luego, la segunda vez le respondió: “Pastorea Mis ovejas”, y la tercera vez le dijo: “Apacienta Mis ovejas”. Pastorear es cuidar de una manera general, así como un pastor cuida del rebaño. Sin embargo, apacentar o alimentar es especial, pues es semejante a la manera en que una madre cuida de su hijo. Supongamos que una persona es muy joven o está en dificultades; en ese caso, es preciso cuidar de ella de una manera especial. Cuando predicamos el evangelio al salir a visitar a las personas y conducirlas a la salvación, ellas llegan a ser los corderos del Señor y, como tales, necesitan ser apacentadas. Con respecto a los santos que llevan más tiempo, quienes son más maduros, su necesidad es ser pastoreados. Además de éstos, están los que se encuentran en una dificultad particular, por lo que necesitan ser apacentados en forma particular.
En la iglesia hay una necesidad urgente de que más personas se levanten para realizar la obra de pastorear y alimentar. Eso no significa que tengamos que buscar algunos clérigos, como los pastores o los predicadores, para que se ocupen de este trabajo mientras los demás santos sólo se dedican a sus trabajos, a cuidar de sus familias, a asistir a un culto de adoración los domingos y a contribuir con un poco de su dinero. Si fuese así, entonces lo descrito en Efesios 4, donde todos los santos participan en la obra del ministerio para la edificación del Cuerpo de Cristo, jamás se haría realidad. A fin de edificar el Cuerpo de Cristo, todos los miembros deben ejercitar sus funciones. Éste es el nuevo camino que estamos siguiendo. Espero que, tal como nos lo muestra la Biblia, cada hermano y hermana asuma parte de la responsabilidad. En el presente hay más de seis mil personas reuniéndose en las reuniones de distrito en Taipéi. Sin embargo, hay más de veinte mil personas que necesitan cuidado. Si todos cuidan de una persona a la semana, cada semana cuidaríamos de seis mil. En un mes de cuatro semanas, cuidaríamos a todas las veinte mil personas. Esto es muy efectivo. Quisiéramos presentarles esta carga a todos ustedes. Escojamos llevar juntos esta carga delante del Señor.
Cuando ustedes salen a pastorear y a visitar a otros, hay varias maneras apropiadas de hacerlo. No deben simplemente salir a pasar un rato social. Por esta razón, ustedes mismos necesitan tener más experiencia en vida. En segundo lugar, deben estudiar bien las verdades. Esto no es muy difícil entre nosotros, pues cada semana estamos repasando las verdades. Mientras estemos dispuestos a aprender, todos podremos recibir algo. Si ustedes tienen la debida experiencia en vida y las palabras adecuadas para presentar la verdad, estarán bien equipados para ir a visitar a las personas. Cuando vayan a visitar a las personas, en cuanto hablen con ellas, sabrán en qué etapa se encuentran. Quizás alguien haya creído en el Señor sólo de modo superficial, pero en su interior no haya tocado al Señor ni haya experimentado la salvación. Dicha persona es como una bombilla eléctrica que ha sido puesta pero aún no está conectada, es decir, no ha recibido la corriente eléctrica. Así que, ustedes tienen que ser como un electricista, y ayudarlo a conectarse con la electricidad. Deben ayudarlo a tocar al Señor en su interior y a tener la experiencia de salvación. Luego deben enseñarle a invocar al Señor, orar-leer la Palabra del Señor, tener comunión con el Señor, amar al Señor, recordar al Señor al participar del partimiento del pan, a consagrarse a sí mismo, etc. Tienen que ayudarlo de esta manera punto por punto. Para todo esto, necesitan poseer la debida experiencia y las verdades.
Pablo dijo en Hechos 20: “Cómo nada de cuanto os pudiera aprovechar rehuí anunciaros y enseñaros, públicamente y de casa en casa [...] Porque no rehuí anunciaros todo el consejo de Dios [...] Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno” (vs. 20, 27, 31). Pablo estableció aquí un buen modelo para nosotros. Espero que todos ustedes reciban la carga de visitar a las personas de casa en casa; por un lado, para brindarles el suministro necesario y, por otro, para ayudarlas a crecer en vida y enseñarles las verdades, a fin de mostrarles conforme a la Biblia la clase de vida que Dios desea que vivamos. Aunque es posible que un gentil se arrepienta, crea, sea bautizado y sea salvo, él aún no sabe nada con respecto a las cosas espirituales. Por lo tanto, es necesario que algunos le enseñen. No es suficiente que él venga solamente los domingos a escuchar un mensaje; eso sin mencionar el hecho de que algunas veces ni siquiera vendrá. Es por ello que necesitamos cuidar a las personas y enseñarles, a fin de que puedan avanzar paso a paso.
Pablo habló en Efesios 4:12 de “perfeccionar a los santos”. Éste es el aspecto más importante, pero a la vez el más difícil, al tener contacto con los demás. La palabra perfeccionar en griego conlleva el sentido de equipar. Esto es semejante a un hombre que se alista en el ejército. Él necesita ser perfeccionado por medio de instrucciones, simulacros, adiestramientos, así como al recibir las municiones necesarias. En el presente hay más de veinte mil santos. Sin embargo, visitarlos no es el fin de nuestra labor. Debemos tener la esperanza de que un día ellos puedan hacer la misma obra que nosotros estamos haciendo hoy. Si los seis mil santos salen a visitar a estos veinte mil, y si en medio año, de entre este grupo de veinte mil se levantan tres o cinco mil que son capaces de hacer lo mismo que los seis mil están haciendo, entonces estarán siendo perfeccionados. De este modo, ustedes podrán salir a predicar el evangelio nuevamente para ganar a más nuevos, y el ciclo podrá repetirse vez tras vez. Hoy en día tenemos seis mil personas; pero quizás para el próximo año tendremos diez mil que podrán salir a cuidar y a alimentar a otros. Esto jamás se lograría con unos pocos predicadores o pastores. Para ello necesitamos que todos los hermanos y hermanas se levanten y combatan juntos en unanimidad, crezcan en vida y sean enseñados en las verdades. Además de esto, tenemos que laborar y estar dispuestos a pagar el precio. Si todos hacemos esto, sin lugar a dudas obtendremos resultados positivos.
(
Perfeccionamiento de los santos y la edificación del Cuerpo de Cristo, El, capítulo 4, por Witness Lee)