Intención eterna de Dios y el complot de Satanás en contra de dicha intención, La, por Witness Lee

EL CONFLICTO QUE SE LIBRA EN EL HOMBRE

En los seres humanos está la ley de procurar hacer el bien. Esta ley está en nuestra mente. Hay una guerra en contra de esta ley por parte de la ley del pecado. Esta guerra ocurre en nuestros miembros.

Los santos chinos estarán familiarizados con el escrito clásico sobre La guerra entre el principio y la pasión. Hace siglos los eruditos chinos descubrieron que en el hombre hay un principio y una pasión, los cuales luchan entre sí. Ellos vieron que los principios estaban en la mente del hombre, en su parte psicológica, y que las pasiones estaban en su cuerpo. Por esta razón, promovían el ascetismo, el duro trato del cuerpo, como la manera de combatir las pasiones. El ascetismo ayudaba a los principios que estaban en el alma del hombre a derrotar las pasiones en su cuerpo. Este conflicto era la guerra que se libraba entre los principios y las pasiones.

Cuando era muy joven, estudié estos escritos. Después de ser salvo y leer Romanos 7, descubrí que Pablo había hablado de lo mismo. Él describía la guerra que se libraba entre la ley del bien en su mente y la ley del pecado en sus miembros. La ley del bien es lo que los eruditos chinos llamaban los principios. Pablo también se refirió a la ley del pecado como el mal (vs. 21, 23). El mal significa casi lo mismo que las pasiones, la palabra que usaban los eruditos chinos. Pablo había tenido la misma experiencia en ese tiempo, tal como se describía en los escritos éticos chinos.

Sin embargo, la experiencia de Pablo no terminó en Romanos 7. En Romanos 8 encontramos algo mucho más elevado que lo que vieron los eruditos chinos. Ellos nunca experimentaron al Dios Triuno procesado, quien llegó a ser el Espíritu para morar en ellos.

Cuando yo predicaba el evangelio a algunos discípulos de Confucio, algunos fueron convencidos. Les mostraba Romanos 8:1, que dice: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús”. ¡Ninguna condenación! ¡Ahora era un hombre bendecido, no un hombre miserable! Luego, les leía el versículo 2: “La ley del Espíritu de vida me ha librado en Cristo Jesús de la ley del pecado y de la muerte”.

“Lo que ustedes llaman principios”, les decía, “la Biblia lo llama ley. Aquí encontramos otro principio: la ley del Espíritu de vida. ¿Están ustedes familiarizados con este principio? Ustedes conocen las pasiones; conocen el mal. Pero no conocen el Espíritu ni la vida. La ley del Espíritu de vida es una ley en Cristo Jesús, no en Confucio. Confucio ha estado muerto y sepultado por siglos. ¿Cómo podrían ustedes estar en él? Pero los que creemos en Cristo estamos en Él. No sólo tenemos a Cristo, sino que estamos en Él. Esta ley del Espíritu de vida nos ha librado de la ley del pecado y de la muerte”.

Ésta es la guerra y la liberación mencionadas en el título de este capítulo. La guerra se libra entre la ley del bien en nuestra mente y la ley del pecado en nuestros miembros. La liberación es la liberación de la ley del pecado y de la muerte, y ésta se experimenta por medio de la ley del Espíritu de vida. La liberación de la cual estamos hablando aquí no es la liberación estadounidense; no es un resultado de las enseñanzas de Jefferson. Es la liberación de la ley del pecado y de la muerte, y dicha liberación se logra mediante la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús.

(Intención eterna de Dios y el complot de Satanás en contra de dicha intención, La, capítulo 3, por Witness Lee)