Entonces Dios tomó a este hombre que había creado y lo puso frente a dos árboles. ¿No les parece eso extraño? Yo habría pensado que Dios tomó a Adán y habló con él dándole una instrucción tras otra, enseñándole cómo debía comportarse. Le explicaría que Eva era su complemento, que Adán debía amarla, que ella sería la madre de sus hijos y que Adán debía ser la cabeza. Luego, Dios habría tomado a Eva y habría dedicado otro tiempo para entrenarla; ¡ella necesitaría aún más tiempo porque las mujeres siempre causan problemas! Si Génesis 2 hubiese sido escrito de esa manera, sin duda yo habría pensado que era un capítulo maravilloso de las Santas Escrituras, el cual había sido escrito por Dios.
Uno de estos árboles era el árbol de la vida. Dios no explicó qué era la vida. Incluso hoy los estudiosos de la Biblia con doctorados no son capaces de explicar el árbol de la vida. Sin embargo, es un nombre muy sencillo. El otro árbol era más complejo; era llamado el árbol del conocimiento del bien y del mal. Dios no explicó qué era el conocimiento, ni tampoco qué eran el bien y el mal. Simplemente dijo que todos los árboles que estaban en el huerto eran buenos para comer. Ellos podían comer de estos árboles libremente. La única excepción era un solo árbol. Él les advirtió que si comían de ese árbol, morirían. El árbol del conocimiento del bien y del mal traería muerte. Noten las cuatro palabras relacionadas con este árbol: conocimiento, bien, mal y muerte. Estas cuatro palabras están en contraste con una sola palabra: vida.
¿Cuál es el punto principal de estos dos árboles? Todo lo demás es secundario a los ojos de Dios. Lo único que es crucial es que el hombre coma del árbol apropiado, a saber, del árbol de la vida.
(Intención eterna de Dios y el complot de Satanás en contra de dicha intención, La, capítulo 2, por Witness Lee)