EL PASO CONSUMADOR
DE LA PLENA SALVACION EN VIDA
La enseñanza de los apóstoles trata sobre la economía neotestamentaria de Dios desde la encarnación de Dios hasta la consumación de la Nueva Jerusalén. Uno de los aspectos más importantes de esta enseñanza es el arrebatamiento de los santos. El arrebatamiento de los santos es el paso que da consumación a la plena salvación en vida que Dios efectúa. La salvación que Dios efectúa tiene dos aspectos: es una salvación en redención y en vida. Romanos 5:10 dice que por medio de la muerte de Cristo fuimos reconciliados con Dios; fuimos justificados. Este es el aspecto objetivo de la salvación que Dios efectúa en redención. Luego, Romanos 5:10 dice que habiendo sido reconciliados con Dios por medio de la muerte de Cristo, mucho más seremos salvos en la vida de Cristo. Este es el aspecto subjetivo de la salvación que Dios efectúa en Su vida divina. El primer paso en esta salvación efectuada en la vida divina es que Dios nos regenera. Después de esto, El nos transforma. El paso que da consumación a Su salvación en vida es la transfiguración de nuestro cuerpo. Nuestros cuerpos no han sido redimidos todavía, pero están en el proceso de serlo. La redención de nuestro cuerpo operará un cambio en su naturaleza y condición. La naturaleza de nuestro cuerpo es una de debilidad, enfermedad y muerte. La redención de nuestro cuerpo cambiara esta naturaleza y hará que nuestro cuerpo sea fuerte, sano y lleno de vigor.
La redención de nuestro cuerpo se lleva a cabo a medida que el elemento divino nos satura mediante el sellado del Espíritu de Dios (Ro. 8:23; Ef. 4:30; 1 Co. 1:30; Lc. 21:28). Nosotros los creyentes estamos siendo saturados con el elemento divino. Exteriormente, tal vez parezcamos iguales que los incrédulos; pero interiormente, algo escondido está ocurriendo en nosotros. Interiormente, estamos siendo saturados con el elemento divino de la vida de Dios. Esta saturación se da mediante el sello del Espíritu de Dios. Cuando se estampa un pedazo de papel con un sello, la tinta que hay en la imagen del sello satura el papel. En nosotros está ocurriendo el sellar del Espíritu de Dios.
Efesios 1:13-14 y 4:30 habla de este sello. El Espíritu Santo es la tinta del sello, y Dios nos ha sellado con el Espíritu como la tinta que sella. Este sello está ocurriendo hasta la redención de nuestro cuerpo. La palabra hasta es la palabra griega eis, que significa “que da por resultado”, o “cuyo producto es”. El sellar del Espíritu Santo en nosotros da por resultado la redención de nuestro cuerpo. Somos como una bolita de algodón que está siendo saturada de tinta. El Espíritu Santo es la tinta que sella. En tanto que el sellar sigue dándose en nosotros, la tinta divina nos está saturando. Entonces el sellar saturará todo nuestro cuerpo, hasta que todo nuestro ser sea impregnado y saturado con el elemento divino como la tinta del sello. Uno que ha sido salvo recientemente, tiene una pequeña cantidad de la tinta divina dentro de sí. A medida que crece en la vida divina, la tinta divina lo impregna y lo satura. Finalmente, este proceso de saturación llegará hasta su cuerpo. Esto tendrá lugar en el arrebatamiento, que es la redención de su cuerpo. Necesitamos ser impregnados y saturados del Espíritu hasta que venga la redención de nuestro cuerpo.
La redención de nuestro cuerpo es la transfiguración de nuestro cuerpo de humillación (Fil. 3:21). Nuestro cuerpo ha sido humillado por la caída. En la caída el pecado invadió nuestro cuerpo. Por lo tanto, hoy en día en los miembros de nuestro cuerpo, según Romanos 7, hay un mal que se llama pecado. El pecado mora en nosotros (v. 20) y se ha hecho una ley de pecado que mora en los miembros de nuestro cuerpo (v. 23). Este pecado introduce muerte, y la muerte implica debilidad y enfermedad. Nuestro cuerpo ha sido humillado por el pecado, por la debilidad, por la enfermedad y, por último, por la muerte. Nuestro cuerpo no es algo glorioso; es algo que ha sido humillado, principalmente con cuatro cosas: el pecado, la debilidad, la enfermedad y la muerte.
En realidad, nosotros los seres humanos no somos seres vivientes. Todos nos estamos muriendo. Con el tiempo, todos nosotros moriremos. Somos personas que están muriendo. Esta es una especie de humillación. Pero la redención de nuestro cuerpo cambiará la naturaleza y la condición de nuestro cuerpo. Ese cambio será una transfiguración. Filipenses 3:21 dice que Cristo “transfigurará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea conformado al cuerpo de la gloria Suya, según la operación de Su poder, con la cual sujeta también Sí mismo todas las cosas”.
La redención de nuestro cuerpo, la cual transfigurará la naturaleza y la condición de nuestro cuerpo de humillación, es también la plena condición de hijos de Dios. Somos hijos de Dios hoy porque tenemos la realidad de la filiación de Dios en nuestro espíritu. Pero hoy en día no tenemos la filiación de Dios en nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo no ha entrado en divinidad todavía. Pero un día entrará en divinidad. La divinidad está ahora saturando nuestro ser. Un día esta saturación llegará a una consumación, y todo nuestro cuerpo será consumado en divinidad. Para ese entonces disfrutaremos de la plena condición de hijos. Ningún incrédulo puede discernir que somos hijos de Dios hoy. Para ellos, nosotros somos lo mismo que ellos. Pero según Romanos 8, un día los hijos de Dios serán manifestados. Todos podrán ver que somos hijos de Dios. La redención de nuestro cuerpo es llegar a la plena condición de hijos de Dios.
La redención de nuestro cuerpo, que es la transfiguración de nuestro cuerpo de humillación, será la glorificación de todo nuestro ser (Ro. 8:30, 17; 2 Ts. 1:10; 1 P. 5:10; 2 Ti. 2:10; He. 2:10). Esto significa que todo nuestro ser será saturado con la gloria de la vida divina. En otras palabras, nuestro cuerpo humillado será lleno del esplendor de la vida divina.
En 2 Tesalonicenses 1:10 se dice que Cristo vendrá para glorificarse en nosotros. Esta es una palabra difícil de entender. ¿Cómo vendrá Cristo para glorificarse en nosotros? Por un lado, la venida de Cristo es desde los cielos; por otro, la venida de Cristo es desde nuestro interior. Hoy en día Cristo está primeramente en los cielos y luego en nosotros. Cuando El venga, El vendrá de estas dos direcciones. El vendrá de arriba de los cielos a la tierra. El también vendrá de nuestro interior. El viene de nuestro espíritu para aparecer en nuestro cuerpo. La aparición de Cristo desde dentro de nuestro ser es Su venida. Esta clase de venida es Su glorificación. Cristo en nosotros es un misterio. El está en nosotros como la esperanza de gloria (Col. 1:27). Un día esta esperanza será manifiesta, y ésa será nuestra gloria. Cuando la esperanza interior sea manifestada, El vendrá a ser nuestra glorificación exterior. En ese día Cristo se glorificará en nosotros. Esa es nuestra glorificación, y en nuestra glorificación Cristo será glorificado.
(
Enseñanza de los apóstoles, La, capítulo 8, por Witness Lee)