Desde Exodo hasta los días del Señor Jesús, ninguna tribu pudo ejercer el oficio de sacerdote salvo la tribu de Leví. Ningún miembro del pueblo podía ofrecer sacrificios a Dios. Los sacrificios tuvieron que ser hechos por medio de los sacerdotes. Ni siquiera podían acercarse a Dios para confesar sus pecados; los tenían que confesar por medio de los sacerdotes. No se podían separar del mundo solos, pues no tenían la autoridad de tocar el aceite de la unción. Solamente los sacerdotes podían ungir y santificar a una persona. Los sacerdotes ejercían todos los servicios espirituales por ellos.
Para los israelitas en el Antiguo Testamento, Dios estaba muy lejos de ellos. Nadie podía tener contacto con El. En el Antiguo Testamento vemos el desarrollo del sacerdocio, o la formación de una clase mediadora. El hombre no podía acudir a Dios directamente. El pueblo de Dios tenía que valerse de los sacerdotes para acercarse a Dios y para tener comunión con El. Dios se acercaba al hombre mediante los sacerdotes, y el hombre, a su vez, sólo acudía a Dios por mediación de ellos. Entre Dios y el hombre había una clase mediadora. El hombre no podía ir directamente a Dios, y Dios tampoco podía venir directamente al hombre.
Esta clase no se hallaba en el plan original de Dios. La intención inicial de Dios era acercarse a Su pueblo directamente, y que Su pueblo también acudiera a El directamente. Pero ahora había tres partidos. El pueblo tenía que acudir a Dios por intermedio de los sacerdotes, y Dios tenía que acercarse a Su pueblo por el mismo medio. Dios y el hombre ya no podían tener comunión directamente; todo era indirecto.
(Mensajes para creyentes nuevos: Sacerdocio, El #23, capítulo 1, por Watchman Nee)