Comenzando con el libro de Génesis, encontramos que Dios llama a algunos hombres para que sean sacerdotes. Melquisedec fue el primer sacerdote de Dios. En los días de Abraham, Melquisedec se apartó y se dedicó exclusivamente a servir a Dios.
El sacerdocio estuvo presente desde Génesis hasta después de la formación de Israel como nación. Ha perdurado en la tierra mucho tiempo, pues ni siquiera cesó cuando el Señor Jesús estuvo en la tierra, ni tampoco después de Su partida. La Biblia nos muestra que después de que el Señor Jesús ascendió a los cielos llegó a ser sacerdote ante Dios. El está allí ahora totalmente consagrado al servicio de Dios.
El sacerdocio continúa a lo largo de la dispensación de la iglesia; no ha habido ninguna interrupción.
En el reino milenario, aquellos que participen de la primera resurrección serán sacerdotes de Dios y Cristo y reinarán con El mil años (Ap. 20:6). O sea que los hijos de Dios seguirán siendo los sacerdotes de Dios y de Cristo por mil años. Serán reyes para el mundo y sacerdotes para Dios. Este sacerdocio permanecerá inalterable, y por ende, ellos seguirán sirviendo a Dios.
En el cielo nuevo y la tierra nueva no se menciona la expresión sacerdote. En ese tiempo, todos los hijos de Dios, Sus siervos, no harán otra cosa que servirle. En la Nueva Jerusalén “Sus esclavos le servirán” (22:3). En otras palabras, los hijos de Dios seguirán sirviéndole a El.
Debemos hacer notar aquí algo maravilloso. El sacerdocio comenzó con Melquisedec; el cual no tenía padre, ni madre, ni genealogía; sin principio de días, ni fin de vida (He. 7:3), y se extiende hasta el final del milenio, lo cual significa que perdura por la eternidad.
(Mensajes para creyentes nuevos: Sacerdocio, El #23, capítulo 1, por Watchman Nee)