Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 114-134), por Witness Lee

A. EN LA CREACIÓN DE DIOS

1. Una vida creada

En la creación de Dios, nuestra vida es una vida creada (Hch. 17:26). Por tanto, en la creación, no poseemos una vida increada, sino una vida creada. Cuando Dios creó a Adán, Él sopló en su nariz aliento de vida, y Adán llegó a ser alma viviente (Gn. 2:7). De este modo, Adán obtuvo la vida creada del hombre.

Dios, como Creador, es el origen del hombre. Primero, Dios usó el polvo de la tierra para formar el cuerpo físico del hombre, y después Él sopló en ese cuerpo aliento de vida, lo cual hizo que ese cuerpo tuviera vida. Como resultado de ello, el hombre llegó a ser alma viviente. En Génesis 2:7 tenemos un indicio contundente de que la vida humana procede de Dios mismo. En este sentido, el hombre no solamente fue creado por Dios, sino que también fue producido por Dios. Las Escrituras no dicen que Dios hubiera soplado en los animales aliento de vida. Únicamente al crear al hombre Él sopló en el hombre aliento de vida. En Proverbios 20:27 se usa para “espíritu” la misma palabra hebrea que se tradujo “aliento” en Génesis 2:7. Esto revela que el aliento de vida que Dios sopló en el hombre es el elemento del espíritu humano. En realidad, este aliento de vida se convirtió en el espíritu del hombre. Lo que queremos recalcar aquí es que la Biblia indica claramente que el hombre fue producido por Dios. No decimos que en la creación el hombre hubiera nacido de Dios, pero afirmamos con toda certeza que el hombre fue producido por Él. Dios formó el cuerpo del hombre, sopló en el hombre aliento de vida, y el hombre llegó a ser alma viviente.

Inmediatamente después que el hombre fue creado por Dios, a los ojos de Dios él era “muy bueno” (Gn. 1:31) y era “recto” (Ec. 7:29). Por tanto, la vida creada del hombre era originalmente buena y recta. No solamente no tenía pecado, sino que además no conocía el pecado ni tenía conciencia de culpa. Era una vida inocente y pura. Aunque esta vida era pura, no contenía el elemento propio de la vida de Dios.

2. Una vida humana

Puesto que nuestra vida en la creación de Dios es una vida creada, ésta también es una vida humana (Hch. 17:25b-26), no una vida divina. Además, debido a que nuestra vida creada es humana y no divina, es una vida temporal. Por tanto, en la creación tenemos una vida creada, una vida humana y una vida temporal, la cual no es una vida increada, una vida divina ni una vida eterna.

Nuestra vida humana no procede meramente de nuestros padres, sino que viene de la creación efectuada por Dios. Nuestra vida humana fue creada cuando Adán fue creado, no cuando nacimos de nuestros padres.

3. Una vida portadora de la imagen de Dios

La vida humana creada por Dios no posee la vida ni la naturaleza de Dios; sin embargo, la vida humana creada sí es portadora de la imagen de Dios (Ro. 5:14; cfr. 2 Co. 4:4b). En la creación de Dios, nuestra vida es una vida que tiene la imagen de Dios.

Génesis 1:26 dice: “Dijo Dios: Hagamos al hombre a Nuestra imagen”. Colosenses 1:15 y 2 Corintios 4:4 ambos nos dicen que la imagen de Dios es Cristo. Cristo es la imagen del Dios invisible. Debido a que el hombre fue creado a imagen de Dios y la imagen de Dios es Cristo, el hombre fue creado a imagen de Cristo. En Génesis 1:26 Dios dice: “Hagamos al hombre a Nuestra imagen”, pero el versículo 27 dice: “Creó Dios al hombre a Su imagen”. Aquí “Su imagen” se refiere a la imagen de Cristo. Por tanto, el hombre fue hecho a imagen de Cristo.

Romanos 5:14 dice que Adán, el primer hombre, era “tipo del que había de venir”, es decir, era tipo, figura, de Cristo. Si tomamos una fotografía de una persona, tal fotografía es la figura, o tipo, de dicha persona. Podemos decir que Adán es tipo de Cristo y, como tal, es una fotografía de Cristo. Cristo es la imagen de Dios, y Adán es un cuadro de Cristo. Así como una fotografía es la expresión de una determinada imagen, el hombre fue hecho para ser la expresión de la imagen de Dios, la cual es Cristo.

Es muy significativo que la vida humana creada sea una vida portadora de la imagen de Dios, y debemos considerar esto más en detalle. En las Escrituras, la palabra imagen es usada para referirse al ser de Dios. En 2 Corintios 4:4 se nos dice que Cristo es la imagen de Dios, Colosenses 1:15 dice que Cristo es “la imagen del Dios invisible” y Hebreos 1:3 revela que Cristo es “el resplandor de Su gloria, y la impronta de Su sustancia”. Cristo, la corporificación de Dios, es la imagen de Dios. Además, según la Biblia, la imagen de Dios se relaciona con la duplicación de Dios. Que el hombre fuera creado a imagen de Dios significa que fue hecho de tal modo para que pudiera convertirse en la duplicación de Dios. Dios creó al hombre a Su propia imagen con la intención de que el hombre llegara a ser Su duplicación. Puesto que Dios creó al hombre con el propósito de que éste llegara a ser Su duplicación, y dado que tal propósito es hecho evidente por el uso de la palabra imagen en Génesis 1, podemos proceder a afirmar que la palabra imagen implica la capacidad de contener a Dios. A fin de que el hombre sea la duplicación de Dios, éste debe tener la capacidad de contener a Dios. El hombre creado a imagen de Dios estaba destinado a ser el recipiente de Dios. Debido a que el hombre fue hecho como tal recipiente, era necesario que él tuviera la capacidad de recibir a Dios como su contenido y contenerlo como tal.

Si hemos de entender el significado de que la vida humana creada sea una vida portadora de la imagen de Dios, debemos comprender que esto involucra los atributos divinos y las virtudes humanas. La Biblia nos dice que Dios es amor y luz (1 Jn. 4:8; 1:5). El amor es la naturaleza de la esencia de Dios, y la luz es la naturaleza de la expresión de Dios. La Biblia también revela que Dios es justo y santo. Dios es justo en Sus acciones, y Él es santo en Su naturaleza. Por tanto, Dios es amor y luz, y Él es justo y santo. La imagen de Dios puede ser descrita por estas cuatro palabras: amor, luz, justicia y santidad. Éstos son atributos de Dios.

Debido a que el hombre fue hecho a imagen de Dios, el hombre posee amor y luz y tiene la capacidad de ser justo y santo. Que Dios crease al hombre a Su imagen significa que Él creó al hombre con la capacidad de tener Su amor, Su luz, Su justicia y Su santidad. El amor humano, la luz humana, la justicia humana y la santidad humana son lo que llamamos virtudes humanas. Dios creó al hombre a Su imagen de modo que el hombre tuviera la capacidad de contener el amor de Dios, la luz de Dios, la justicia de Dios y la santidad de Dios. Las virtudes humanas fueron creadas por Dios con la finalidad de que contuvieran Sus atributos. Esto significa que el amor humano, la luz humana, la justicia humana y la santidad humana son capacidades creadas a fin de contener el amor divino, la luz divina, la justicia divina y la santidad divina. Lo que deseamos recalcar aquí es que el hombre posee estas virtudes debido a que fue creado a imagen de Dios, esto es, a imagen del amor de Dios, de la luz de Dios, de la justicia de Dios y de la santidad de Dios. Las virtudes humanas creadas por Dios constituyen la capacidad de contener los atributos de Dios. Por tanto, Dios creó la vida humana con la finalidad de que ésta sea una vida portadora de la imagen de Dios.

Si Adán hubiera comido del árbol de la vida y, de ese modo, hubiera recibido a Dios en su ser como vida, él hubiera sido lleno de Dios, y sus virtudes humanas hubieran sido llenas de los atributos de Dios. Como sabemos, Adán cayó al comer del árbol del conocimiento del bien y del mal en lugar de comer del árbol de la vida, con lo cual ingirió la vida de Satanás.

(Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 114-134), capítulo 1, por Witness Lee)