En Filipenses 3 Pablo dijo que él vivía una vida configurada a la muerte de Cristo (v. 10). La muerte de Cristo es un molde, y Pablo se puso a sí mismo en este molde de muerte para ser configurado conforme él. En este hombre, Pablo, se podían ver las marcas y la semejanza de la cruz (Gá. 6:14, 17, véase la nota 171). Su vida vieja fue configurada a la muerte de Cristo por medio del poder de la resurrección de Cristo. El poder de la resurrección lo fortaleció para llevar la vida del Dios-hombre. El Señor espera que muchos de nosotros seamos así.
Yo creo que en nuestro medio debe haber algunos así, tal vez no todo el tiempo, pero al menos esporádicamente. Puedo testificarles que soy así, tal vez no todo el tiempo, pero al menos en ocasiones. En muchas ocasiones que he tratado de decirle algo a mi esposa, algo por dentro me dice: “Esto no proviene de tu espíritu, sino de tu viejo hombre”. Inmediatamente me detengo. Algunas veces voy a ella y luego me regreso. Esto se debe a que cuando iba a ella, lo estaba haciendo en mi hombre natural. Mientras iba, algo en mi interior me hizo volver. El que me hizo volver fue el mismo Espíritu vivificante, el Cristo pneumático. El Dios Triuno procesado cambió mi dirección, y esta acción fue hecha en resurrección. Tal vivir corporativo es la realidad del Cuerpo de Cristo, amados santos. Ese es el vivir corporativo que consiste en ser conformados a la muerte de Cristo por medio del poder de la resurrección de Cristo.
(Puntos prácticos en cuanto a la compenetración, capítulo 4, por Witness Lee)