Puntos prácticos en cuanto a la compenetración, por Witness Lee

VIVIR MUTUAMENTE CON CRISTO, QUIEN VIVE EN NOSOTROS

Necesitamos vivir una vida con Cristo, quien vive en nosotros, tener una morada mutua, una edificación mutua y un vivir mutuo. Pablo dijo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por fe, la fe en el Hijo de Dios” (Gá. 2:20). Pablo vivía por la fe de Cristo. La fe de Cristo no es otra cosa que Cristo mismo. Cristo es el Autor y el Perfeccionador de nuestra fe (He. 12:2) Para Pablo vivir por la fe de Cristo significaba que vivía por Cristo. Cristo vivía en él y él vivía por Cristo. El hizo esto por la abundante suministración, no del Espíritu de Dios, sino del Espíritu de Jesucristo, quien se encarnó, pasó por la vida humana, murió en la cruz y resucitó. Este Cristo maravilloso hoy es el Espíritu abundante. Por dicho Espíritu y Su abundante suministración Pablo vivía a Cristo y lo magnificaba (Fil. 1:19-21a). El también dijo que seguía a Cristo, con el deseo de ser conformado a Su muerte al conocer el poder de la resurrección (3:10).

¿Cómo podemos vivir con Cristo? No por nuestro propio esfuerzo, sino por la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo y por ser conformados a Su muerte mediante el poder de Su resurrección. Puedo vivir una vida que parezca una vida humana, pero no por medios naturales. Mi vida natural es puesta en la cruz, y mi vida diaria es conformada a la muerte de Cristo. La muerte de Cristo es un molde, y mi vida es un masa que se pone en el molde para ser conformada al mismo. Día tras día muero para vivir. Muero por la cruz para vivir en el poder de resurrección.

Pablo dijo que tal persona pone todo su ser en el Espíritu maravilloso y lo hace todo en conformidad con este Espíritu (Gá. 5:16, 25; Ro. 8:4). David era un hombre según el corazón de Dios, pero aquello está muy lejos de lo que nosotros tenemos. Nosotros somos Dios-hombres que hacen las cosas y tienen su ser no sólo según el corazón de Dios, sino también según el Espíritu que fue procesado y consumado por medio de la muerte y la resurrección. Necesitamos corroborar si obramos siempre en el Espíritu y si tenemos todo nuestro ser según tal Espíritu.

(Puntos prácticos en cuanto a la compenetración, capítulo 5, por Witness Lee)