Lecciones básicas acerca del servicio, por Witness Lee

V. CÓMO REUNIRSE

A. En el nombre del Señor

En Mateo 18:20 el Señor dijo: “Donde están dos o tres congregados en Mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos”. Debemos percatarnos de que, según el griego del texto original, los creyentes no se congregan en el nombre del Señor, sino hacia dentro de Su nombre. Todas las veces que nos reunimos debemos salir de nosotros mismos, salir del mundo, salir de nuestro hogar, nuestra familia, nuestro trabajo, nuestros negocios, nuestra escuela y de todo aquello que no sea Cristo. Tenemos que internarnos en Su nombre. En el Nuevo Testamento, el nombre del Señor representa Su persona misma. Si nos reunimos en Su nombre, quiere decir que estamos reunidos en la persona misma del Señor. Es necesario que salgamos de todo lo demás y que nos internemos en el Señor mismo.

B. Por medio del ejercicio de nuestro espíritu

Cuando nos reunimos, siempre debemos ejercitar nuestro espíritu. Esto se indica en 1 Corintios 14:32, donde se afirma: “Los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas”. En las reuniones no necesitamos ejercitar mucho nuestras emociones ni nuestra mente. Lo que necesitamos ejercitar es nuestro espíritu.

C. Con las experiencias que hemos tenido de Cristo

Debemos venir a las reuniones de la iglesia con las experiencias que hemos tenido de Cristo. El Nuevo Testamento no nos dice mucho acerca de lo que debemos traer a las reuniones; más bien, depende de los cuadros presentados en el Antiguo Testamento. En el Antiguo Testamento, siempre que Dios ordenaba que Su pueblo se reuniera en el lugar escogido por Él, era con la finalidad de que el pueblo de Dios trajera consigo el rico excedente de la buena tierra y lo ofreciera a Dios. Dios les mandó que no llegaran con las manos vacías. Ellos tenían que traer consigo el rico excedente de la buena tierra, la cual tipifica a Cristo. El rico producto del abundante excedente tipifica la experiencia y el disfrute que tenemos de Cristo. Por tanto, al reunirnos, debemos traer con nosotros estas experiencias de Cristo.

Cuán vasto sea el contenido de la reunión y cuán elevada sea ésta dependerá completamente de cuánto hayamos experimentado a Cristo. Al venir a una reunión, no debemos hacerlo trayendo con nosotros un Cristo objetivo y doctrinal, sino al Cristo que es subjetivo para nosotros y que podemos experimentar. Son muchos los cristianos que no experimentan a Cristo en su andar cotidiano; por ello, cuando se congregan, no tienen nada de Cristo para ministrarse los unos a los otros. Pero en el recobro del Señor debe ser diferente. Día tras día debemos tener algunas experiencias de Cristo. Así algo se acumulará en nuestro ser, y tendremos algo de Cristo para ministrar e impartir a otros. Internarnos en el nombre del Señor, ejercitar nuestro espíritu y ofrecer al Cristo que hemos experimentado conforman básicamente la manera en la que debemos reunirnos.

D. Al ministrar a Cristo

Si usted se interna en la persona de Cristo, ejercita su espíritu y experimenta a Cristo, cuando usted abra su boca, ya sea para pedir un himno, orar, alabar, dar un testimonio, leer una porción de la Palabra o dar un breve mensaje, estará ministrando Cristo a las personas. Será Cristo mismo quien emane de usted. En esto consiste el ministerio, y éste es el mejor servicio. Usted se convertirá en un mayordomo que ministra Cristo a las personas. Usted se convertirá en un mesero divino, una mesera divina, que atiende a muchas personas y les sirve algo de Cristo.

E. Al profetizar

En 1 Corintios 14 se nos dice que cuando nos reunimos, todos podemos profetizar uno por uno (v. 31) y que el que profetiza edifica la iglesia (v. 4b). En Éxodo 4 Moisés le dijo al Señor que él no era elocuente (v. 10). Entonces el Señor le asignó a Aarón como colaborador. Él le dijo a Moisés en cuanto a Aarón: “Tú le hablarás y pondrás en su boca las palabras, y Yo estaré con tu boca y con la suya, y os enseñaré lo que habéis de hacer” (v. 15). Cuando Moisés hablara con su hermano Aarón y pusiera palabras en su boca, Dios estaría con la boca de Moisés y con la boca de Aarón. Luego, el Señor le dijo a Moisés: “Él hablará por ti al pueblo” (v. 16). Aarón sería el portavoz de Moisés. En Éxodo 7:1 el Señor dijo a Moisés: “Mira, Yo te he constituido Dios para Faraón; y tu hermano Aarón será tu profeta”. Eso significaba que Aarón hablaría por Moisés. Un profeta es un portavoz. El significado básico del término profetizar es hablar por otra persona. En el sentido neotestamentario, profetizar es hablar por Cristo. Debemos usar 1 Corintios 14:31 para convencer a los santos de la importancia de que en las reuniones de la iglesia todos podemos profetizar uno por uno.

F. Sin haber divisiones entre nosotros

En 1 Corintios 11:17-18 el apóstol Pablo dijo: “Al daros estas instrucciones, no os alabo; porque no os congregáis para lo mejor, sino para lo peor. Pues en primer lugar, cuando os reunís como iglesia, oigo que hay entre vosotros divisiones; y en parte lo creo”. Pablo les dijo a los corintios que no se congregaban para lo mejor, sino para lo peor, porque se reunían en una condición de división. Por lo tanto, en las reuniones debemos evitar cualquier división. No debemos participar en ninguna reunión que sea divisiva.

Según la tipología del Antiguo Testamento, los hijos de Israel tenían que congregarse en un único lugar, en virtud del cual todos eran mantenidos en la unidad. Cuando ellos se congregaban según lo dispuesto por Dios, lo hacían en unidad y dicha reunión resguardaba la unidad. En tiempos antiguos, congregarse de esa manera resguardaba la unidad existente entre los hijos de Israel. Los hijos de Israel se presentaban delante del Señor tres veces al año en el lugar escogido por Dios a fin de congregarse como un solo hombre. Siempre que haya divisiones entre nosotros, no experimentaremos ningún beneficio, sino una pérdida.

Todos los puntos abarcados en esta lección debieran ser suficientes como para dar a los santos una clara visión de cómo se deben reunir. Debemos recordar el enfoque central de esta lección, a saber: reunirse es servir, esto es, ministrar.

(Lecciones básicas acerca del servicio, capítulo 1, por Witness Lee)