Además de conocer la iglesia, necesitamos conocer el Cuerpo de Cristo.
El Cuerpo de Cristo es el misterio de Cristo (Ef. 3:4). El misterio de Dios en Colosenses 2:2 es Cristo; el misterio de Cristo en Efesios 3:4 es la iglesia. Dios es un misterio, y Cristo, como corporificación de Dios que lo expresa, es el misterio de Dios. Cristo también es un misterio, y la iglesia, como Cuerpo de Cristo, es el misterio de Cristo. Este misterio es la economía de Dios, la cual consiste en impartir a Cristo, la corporificación de Dios, en el pueblo escogido de Dios a fin de producir un Cuerpo, que será el aumento de la corporificación de Dios en Cristo para que Dios tenga una expresión corporativa.
El Cuerpo de Cristo es la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo (Ef. 1:23). Es la expresión universal del Cristo todo-inclusivo y extensivo. El Cuerpo como plenitud de Cristo es la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. Cristo, quien es el Dios infinito sin límite, es tan grande que todo lo llena en todo. Este Cristo grande necesita que el Cuerpo sea Su plenitud para que lo exprese completamente.
El Cuerpo de Cristo es el organismo del Dios Triuno, constituido del Dios Triuno y los creyentes (Ef. 4:4-6). La vida divina es una sustancia, o sea, el Dios Triuno, y el organismo del Dios Triuno es la expresión visible de esta sustancia. Por tanto, el Cuerpo de Cristo, como organismo del Dios Triuno, es totalmente orgánico y completamente relacionado con la vida. Se encuentra una ilustración de este organismo en Juan 15, a saber, la vid con sus pámpanos. La vid es desarrollada y agrandada por medio de sus pámpanos. Esto es un cuadro del Cuerpo de Cristo como organismo del Dios Triuno, un organismo que crece con las riquezas del Dios Triuno y expresa la vida divina.
El organismo del Dios Triuno, el Cuerpo de Cristo, es resultado de la Trinidad Divina; es el resultado del Padre como la fuente, del Hijo como curso y del Espíritu como el fluir. Además, el Cuerpo está constituido del Dios Triuno y los creyentes. En esta constitución el Padre es la fuente, el Hijo es el elemento, el Espíritu es la esencia, y los creyentes, el pueblo que Dios redimió y regeneró, son la estructura exterior. El Padre como fuente, el Hijo como elemento y el Espíritu como esencia están en la estructura exterior.
El Cuerpo de Cristo es el contenido del nuevo hombre. Colosenses 3:10 y 11 nos dicen que en el nuevo hombre “Cristo es el todo, y en todos”. En el nuevo hombre sólo cabe Cristo. El es todos los miembros del nuevo hombre y está en todos los miembros. El lo es todo en el nuevo hombre. En realidad, El es el nuevo hombre, Su Cuerpo (1 Co. 12:12). En el nuevo hombre El es la centralidad y la universalidad. El es el constituyente del nuevo hombre, y El es el todo, y en todos, en el nuevo hombre.
El Cuerpo de Cristo necesita ser edificado por los santos perfeccionados en todas las iglesias locales (Ef. 4:11-12). Efesios 4:11 habla de las personas dotadas, o sea, los apóstoles, los profetas, los evangelistas y los pastores y maestros. Estas personas dotadas tienen un solo ministerio, es decir, ministrar a Cristo para la edificación del Cuerpo de Cristo, la iglesia. Todo lo que las personas dotadas hacen debe dirigirse a la edificación del Cuerpo de Cristo. Sin embargo, esta edificación no se logra directamente por las personas dotadas sino por los santos que han sido perfeccionados por ellas.
El Cuerpo de Cristo no está dividido ni puede dividirse. Esto se indica claramente por lo que Pablo dice en 1 Corintios 1:10-13.
La edificación del Cuerpo de Cristo tiene su consumación en la Nueva Jerusalén. Hoy edificamos el Cuerpo de Cristo para la edificación de la Nueva Jerusalén. Edificamos algo en esta edad, a saber, el Cuerpo de Cristo, que tiene como fin algo en la próxima edad, a saber, la Nueva Jerusalén.
(Encarnación, inclusión e intensificación, capítulo 3, por Witness Lee)