Tengo la carga de que todos los colaboradores del recobro del Señor entiendan que necesitamos hacer una obra de tres secciones. Debemos hacer la obra de no sólo la primera sección, la encarnación, que produce un pueblo redimido, sino también la obra que cumpla el propósito de la segunda sección, la inclusión, que produce las iglesias. Además, debemos poder hacer una obra que edifique al Cuerpo de Cristo, el cual tiene su consumación en la Nueva Jerusalén. Esta es la obra de la etapa de intensificación.
La primera etapa, la encarnación, está en la esfera física y en ella se efectúa la redención judicial, la cual es un asunto físico. La segunda etapa, la inclusión, es divina y mística. En la tercera etapa, la intensificación, se llegará a la madurez en la esfera divina y mística, y el Cuerpo será edificado para llevar la Nueva Jerusalén a su consumación.
Al presentar este mensaje me preocupa que los colaboradores no lleven a cabo una obra triple: la obra en la etapa de encarnación, en la etapa de inclusión y en la etapa de intensificación. Si llevamos a cabo esta obra triple, laboraremos no sólo para producir personas redimidas y para establecer iglesias sino también para edificar al Cuerpo, lo cual lleva la Nueva Jerusalén a su consumación.
Pido a los colaboradores que tengan en cuenta la clase de obra que han hecho en el pasado y que se pregunten si han hecho una obra en tres secciones. En cuanto a mi propia obra, puedo decir que la labor que hice en la China continental lo llevé a cabo primordialmente para producir personas redimidas. Sólo una pequeña parte de la obra que hice allí la hice para producir iglesias. Esto indica que mi labor en China era principalmente una obra en la primera etapa. Pero cuando fui a Taiwán, empecé a hacer una obra que estaba en la etapa de inclusión, y muchas iglesias fueron levantadas. Ahora tengo la carga de hacer una obra en la etapa de intensificación. Por tanto, oro al Señor diciendo: “Señor, me esfuerzo hasta donde me es posible por ser un vencedor a fin de que Tu Cuerpo sea edificado y la Nueva Jerusalén llegue a su consumación”.
Espero que todos los colaboradores vean las tres etapas, las tres secciones, de Cristo: la encarnación, la etapa de Cristo en la carne; la inclusión, la etapa de Cristo como Espíritu vivificante; y la intensificación, la etapa de Cristo como el Espíritu vivificante siete veces intensificado. Estas tres etapas son las tres secciones de la historia de Cristo. Esto significa que la historia de Cristo se divide en la sección de Su encarnación, la sección de Su inclusión y la sección de Su intensificación. Por consiguiente, recalcamos estas tres palabras —encarnación, inclusión e intensificación— y ponemos énfasis en que la encarnación produce personas redimidas, la inclusión produce iglesias y la intensificación produce vencedores que edifican el Cuerpo, cuya consumación es la Nueva Jerusalén, la meta única de la economía de Dios. Esta es la revelación del Nuevo Testamento.
¿Qué clase de obra debemos hacer hoy? Debemos hacer una obra de tres secciones. Me preocupa que muchos de los colaboradores sigan laborando sólo en la primera sección, la sección de la encarnación. Si ésta es su condición, necesitan mejorar y avanzar. Lo que han aprendido y hecho en el pasado no es suficiente. Por supuesto, no deben desechar lo de la primera etapa, porque es el fundamento. Ahora deben edificar sobre este fundamento y finalmente terminar el edificio. El fundamento es la obra en la etapa de encarnación; la edificación es la obra en la etapa de inclusión; y terminar el edificio es la obra en la etapa de intensificación.
(Encarnación, inclusión e intensificación, capítulo 2, por Witness Lee)