¿Quién es Cristo en la Deidad y qué es Él en la Deidad? En primer lugar, en la Deidad, nuestro Cristo es el Dios completo. Que Cristo sea el Dios completo significa que Él es el Dios Triuno: el Padre, el Hijo y el Espíritu. Quienes argumenten en contra de esta afirmación y digan que Cristo es únicamente el Hijo, están equivocados. Por un lado, el Nuevo Testamento revela que Cristo es el Hijo; por otro, el Nuevo Testamento también revela que Cristo es Dios, incluso el Dios completo. No debiéramos decir que Cristo es sólo una parte de Dios. Por el contrario, Él es el Dios completo, el Dios total, el Dios Triuno.
Con respecto a que Cristo es el Dios completo, Juan 1:1 dice: “En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios”. En el principio, esto es, desde la eternidad pasada, la Palabra era Dios. No es, como algunos suponen, que Cristo no era Dios desde la eternidad pasada y que, en cierto momento, Cristo llegó a ser Dios. La deidad de Cristo es eterna y absoluta. Desde la eternidad pasada hasta la eternidad futura, Él es Dios. Ésta es la razón por la cual el Evangelio de Juan no presenta una genealogía con relación a Cristo, tal como se hizo en Mateo 1 y en Lucas 3. En este Evangelio, Cristo es “sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida” (He. 7:3). Todos nosotros debemos tener bien en claro que nuestro Cristo era Dios desde el principio, desde la eternidad.
Juan 1:1 declara que la Palabra, Cristo, es Dios. Este Dios, quien es la Palabra, no es sólo una parte de Dios, no es solamente Dios el Hijo, sino el Dios completo: Dios el Hijo, Dios el Padre y Dios el Espíritu. El Nuevo Testamento no dice que la Palabra era Dios el Hijo; más bien, el Nuevo Testamento afirma que en el principio era la Palabra, y la Palabra era el Dios completo. Por ser la Palabra, quien es el Dios completo, Cristo es el Dios Triuno: el Padre, el Hijo y el Espíritu.
En Romanos 9:5 Pablo habla de “el Cristo, quien es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos”. Al redactar esta epístola, cuando llegó a este punto, Pablo estaba tan lleno de la gloriosa persona de Cristo que derramó lo que estaba en su corazón y declaró que Cristo es sobre todas las cosas, el Dios bendito por los siglos. Debemos ser profundamente impresionados con el hecho de que nuestro Señor Jesucristo es Dios mismo, quien está sobre todas las cosas y es bendito por los siglos. Él es el Dios infinito. Con respecto a Él, Isaías 9:6 dice: “Porque un niño nos es nacido / [...] y se llamará Su nombre / [...] Dios Fuerte”. Alabamos a Cristo por Su deidad y le adoramos como Dios, el Dios completo, bendito por los siglos.
Hebreos 1:8 también indica que Cristo es Dios: “Mas del Hijo dice: ‘Tu trono, oh Dios; por el siglo del siglo; cetro de rectitud es el cetro de Tu reino’”. Debido a que Cristo el Hijo es Dios mismo, este versículo se refiere a Él como el único Dios. Hebreos 1:8 claramente revela que el Hijo es Dios mismo.
(Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 021-033), capítulo 1, por Witness Lee)