Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 021-033), por Witness Lee

F. EN LA REDENCIÓN

1. El Cordero de Dios

En Juan 1:29 vemos que en la redención, Cristo es el Cordero de Dios: “¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!”. Este versículo indica que Cristo como Cordero de Dios quita el pecado del linaje humano. La frase del mundo en este versículo en realidad significa “de la humanidad”. Por medio de Satanás el pecado entró en el hombre, pues fue Satanás quien inyectó el pecado, su naturaleza venenosa, en el linaje humano. Pero el Cordero de Dios ha venido para quitar este pecado del mundo, de la humanidad.

Cristo murió en la cruz como Cordero de Dios para poner fin al pecado y a los pecados. Con base en 1 Corintios 15:3, 1 Pedro 2:24 y Hebreos 9:28 podemos ver que el Señor Jesús, como Cordero de Dios, murió por nuestros pecados. Además, según 2 Corintios 5:21 y Hebreos 9:26, Su muerte puso fin al pecado. Por tanto, tanto el pecado como los pecados fueron quitados por el Cordero de Dios, quien en la cruz estuvo bajo el juicio de Dios.

En la redención, Cristo como Cordero de Dios satisfizo los requisitos de Dios, esto es, los requisitos de Su justicia, santidad y gloria. Ningún ser humano caído podría jamás haber cumplido con tales requisitos. Por tanto, era necesario que hubiera un Redentor, el Cordero de Dios, quien conforme al designio de Dios cumpliera con Sus requisitos justos, santos y gloriosos.

En el Evangelio de Juan, el Cordero de Dios representa a la Palabra en la carne (Jn. 1:1, 14) como Aquel que es el cumplimiento de todas las ofrendas del Antiguo Testamento para efectuar la plena redención de Dios. Cristo es la totalidad de todas las ofrendas. Él no solamente es la ofrenda por el pecado, sino también la ofrenda por las transgresiones, el holocausto, la ofrenda de harina, la ofrenda de paz, la ofrenda mecida, la ofrenda elevada, la ofrenda voluntaria y la libación. Con Cristo como Aquel que es todas las ofrendas, tenemos la plena redención de Dios. Por medio de Cristo como Cordero de Dios, quien es el cumplimiento de todas las ofrendas, podemos entrar en Dios mismo y ser participantes de la vida y naturaleza divinas (Jn. 3:14-15; 2 P. 1:4). Es a causa de Cristo como Cordero de Dios que nosotros podemos entrar en Dios e, incluso, somos capacitados para entrar en Dios. Podemos entrar en Dios mismo con toda confianza sabiendo que Él no puede rechazarnos debido a que venimos a Él por medio de Su Cordero. Tenemos plena redención en Cristo y, por tanto, hemos sido capacitados para entrar en Dios a fin de disfrutar todo lo que Él es.

Según 1 Pedro 1:20, Cristo ya fue conocido de antemano por Dios como Cordero redentor antes de la fundación del mundo, esto es, antes de la creación del universo: “Ya conocido desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros”. En conformidad con este anticipado conocimiento, Dios predestinó, preparó, a Cristo como Su Cordero redentor antes de la fundación del mundo. Esto fue hecho en conformidad con el propósito y plan eterno de Dios; esto no sucedió por casualidad.

La palabra griega que da origen a la frase ya conocido desde antes, incluye los significados de aprecio, aprobación y posesión. Además, ser conocido de antemano por Dios también significa ser destinado de antemano por Él. En Su traducción expandida del Nuevo Testamento, Kenneth S. Wuest usa la frase destinado de antemano en 1 Pedro 1:20, diciendo que “Cristo [...] fue destinado de antemano antes que se pusieran los cimientos del universo”. Esto significa que en la eternidad pasada Dios aprobó a Cristo y manifestó Su aprecio por Él. Dios también destinó a Cristo para que fuese Su ungido, Aquel comisionado para cumplir en el tiempo lo que fue planeado por Dios para el cumplimiento de Su propósito eterno. En particular, Cristo fue conocido de antemano, destinado de antemano, para ser el Cordero de Dios que lograse la redención.

Apocalipsis 13:8 dice que Cristo es el “Cordero que fue inmolado desde la fundación del mundo”. Conforme a la perspectiva eterna de Dios, Cristo como Cordero de Dios fue inmolado desde que la creación llegó a existir. Esto significa que a los ojos de Dios Cristo no fue inmolado hace dos mil años, sino desde que la creación llegó a existir, esto es, desde que el hombre cayó como parte del mundo creado. Dios conocía de antemano la caída de la creación; por tanto, desde que la creación llegó a existir Cristo, el Cordero de Dios, fue inmolado.

(Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 021-033), capítulo 8, por Witness Lee)