Impartición divina par ala economía divina, La, por Witness Lee

LA ELECCIÓN DEL PADRE, LA OBRA REDENTORA DEL HIJO Y EL SELLAR DEL ESPÍRITU REDUNDAN EN LA IGLESIA

Según el capítulo 1 de Efesios, la iglesia es constituida y llega a existir por medio de la impartición de la Trinidad Divina. La impartición de la Trinidad Divina procede del Padre como fuente (vs. 3-6), del Hijo como cauce (vs. 7-12) y del Espíritu como fluir (vs. 13-14). La impartición del Padre como fuente incluye la elección (v. 4) y predestinación (v. 5) del Padre. La intención del Padre al escogernos es impartir en nosotros Su naturaleza santa para que seamos santos, y Su intención al predestinarnos es que recibamos Su vida divina. Una vez que recibimos la vida divina del Padre, nacemos de Dios y llegamos a ser hijos Suyos, a fin de disfrutar la filiación.

La iglesia también es constituida por medio de la obra redentora del Hijo. El Padre nos escogió y predestinó. Luego el Hijo vino para redimirnos. La redención efectuada por el Hijo nos puso en una condición tal que podemos llegar a ser la herencia del Padre. Dios el Padre sólo hereda aquello que tiene la naturaleza divina. Su herencia debe conformarse a la norma de Su divinidad. Es por ello que la redención de Cristo debe introducirnos en Dios mismo. Su redención no simplemente nos redime del pecado; más que eso, nos introduce en Dios mismo, en Su elemento divino. Este elemento divino nos constituye un precioso tesoro para herencia de Dios.

La impartición divina de la Trinidad Divina según Efesios 1 tiene su consumación en el sellar del Espíritu (vs. 13-14). Todo el ser del Dios completo llega a nuestro ser por medio del sellar del Espíritu. El sellar del Espíritu satura a los que son sellados. El Espíritu, el sello vivo, es también la tinta que sella, la cual se aplica a nuestro ser interior con la imagen del sello. La tinta que queda estampada en el papel con el tiempo se seca, pero el Espíritu, la tinta que sella, permanecerá “fresco” aun hasta la eternidad. Debido a que el Espíritu como tinta que sella permanece “fresco”, continuamente nos saturará e impregnará hasta que todo nuestro ser —espíritu, alma y cuerpo— sea sellado. Finalmente, mediante el sellar divino, nosotros los seres humanos llegaremos a ser la expresión, no sólo del Dios que crea, sino también del Dios que regenera, santifica, transforma y glorifica. Llegaremos a ser Su expresión, Su plenitud. Éste es el objetivo y meta principal de la economía divina, el arreglo eterno dispuesto por Dios como Su plan eterno. Dios desea hacer de Sus escogidos Su expresión, Su plenitud, de manera corporativa.

(Impartición divina par ala economía divina, La, capítulo 2, por Witness Lee)