LA MAYORDOMÍA DEL APÓSTOL
CONSISTÍA EN IMPARTIR LAS RIQUEZAS DE CRISTO
La mayordomía de la gracia de Dios
que le fue dada al apóstol
La mayordomía del apóstol tenía como fin impartir las riquezas de Cristo (Ef. 3:2-5, 7-11). La mayordomía de la gracia de Dios no sólo le fue dada al apóstol Pablo (Ef. 3:2), sino también a todos nosotros. Dicha mayordomía le fue dada por revelación con respecto a la iglesia como misterio de Cristo, misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hombres (vs. 3-5). La revelación del misterio hace del apóstol un ministro, en quien había sido impartida la gracia de Dios, para que ministrara a las naciones las inescrutables riquezas de Cristo impartiendo al rico Cristo (vs. 7-8). Cuando salgamos a visitar a las personas para llevarles el evangelio, debemos ir con la intención de ministrar a Cristo y Sus inescrutables riquezas a los pecadores. No debemos ir a ministrarles doctrinas, filosofías, lógica ni ninguna religión. En vez de ello, debemos ir con el propósito de ministrar directamente en las personas las inescrutables riquezas de Cristo. Debemos hacer esto de forma muy similar a como un mesero sirve la comida a los clientes de un restaurante. Un mesero no se pone a describirles a sus clientes cuán aseado está el restaurante, ni cuán experto es el cocinero, ni cómo se prepara la comida. Si hiciera esto, los comensales se impacientarían. En el pasado, ésta era la manera en que predicábamos el evangelio. Dábamos demasiadas explicaciones, doctrinas y enseñanzas a las personas, pero muy poco de Cristo. Debido a esto, la respuesta por lo general no fue muy positiva. Debemos aprender a ministrar el rico Cristo a las personas de manera directa.
La mayordomía de la gracia de Dios le fue dada al apóstol para que sacara a la luz la economía del misterio, la cual había estado escondida desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas (v. 9). El misterio ya no está escondido; sino que hoy es un hecho público.
La mayordomía de la gracia de Dios
tiene como fin constituir la iglesia
La mayordomía de la gracia de Dios tiene como fin constituir la iglesia, al impartir las inescrutables riquezas de Cristo, para que la multiforme sabiduría de Dios sea dada a conocer a los principados y potestades en los lugares celestiales, conforme al propósito eterno que hizo en Cristo (Ef. 3:10-11). Cuando ustedes salgan por tres horas cada semana a ministrar las riquezas de Cristo a los pecadores, deben percatarse de que el resultado de esto será que la iglesia sea constituida. Es una vergüenza que muchas iglesias lleven años en sus respectivas ciudades, pero el número de santos siga siendo relativamente pequeño. ¿Cómo puede ser edificada una iglesia con el mismo número reducido de santos año tras año? Para edificar una casa se necesitan los materiales. No se puede construir una casa grande con pocos materiales. En Hageo el Señor encargó a los hijos de Israel que subieran al monte a traer madera para la edificación de Su casa (1:8). Por lo tanto, debemos ir y hacer discípulos a todas las naciones para hacer de ellos miembros del Cuerpo de Cristo. Al aumentar los materiales, tendremos con qué edificar la iglesia. Ésta es la mayordomía que le fue dada, no sólo al apóstol, sino también a todo el Cuerpo cuando el Señor dio la comisión a Sus discípulos en Mateo 28:18-19 después de Su resurrección.
(Impartición divina par ala economía divina, La, capítulo 2, por Witness Lee)