Ley y gracia de Dios en Su economía, La, por Witness Lee

II. LA LEY DE DIOS EN SU ECONOMIA

Desde que el hombre comió del árbol del conocimiento del bien y del mal, el cual representa a Satanás, la naturaleza de Satanás entró en el hombre. Esta naturaleza incita y conduce al hombre a esforzarse por hacer el bien a fin de complacer a Dios. Esto llega a ser un vicio para el pecador caído. Algunos quizás se sorprendan al oír esto, argumentando que todas las religiones exhortan y animan a la gente a hacer el bien; así que tal vez se pregunten por qué yo digo que el deseo del hombre por hacer el bien es algo incitado por Satanás. Los padres suelen animar a sus hijos a que hagan el bien, y aun usted mismo también tiene el mismo deseo interno de hacer el bien. ¿Es bueno o malo que uno se proponga a hacer el bien y a animar a otros a hacer lo mismo? Desde la perspectiva del hombre, esto es bueno. La sociedad de hoy en todas partes anima a la gente a hacer el bien. En cuanto a la sociedad humana, esto es bueno, pero con respecto al cumplimiento de la economía de Dios, no es provechoso, e incluso es algo en contra de Dios.

El deseo de Dios en Su economía es alcanzar una meta, a saber, que la Trinidad Divina obtenga al hombre para que éste sea Su organismo. La economía de Dios no consiste en cultivar la bondad humana; de hecho, desarrollar la bondad del hombre es algo que proviene del enemigo de Dios. La bondad humana es enemiga de Dios. Lo que Dios quiere es obtener un organismo que manifieste a Dios en su vivir, con miras a expresarlo, exhibirlo y unirse a El como un solo organismo. Lo que Dios desea es obtener tal organismo viviente. Desde la perspectiva de la economía de Dios, el hecho de que el hombre haga el bien equivale a que el hombre sea enemigo de Dios.

Antes que la ley fuera dada, Dios le dio al hombre una dulce promesa: le prometió al pecador caído que un día vendría la simiente de la mujer. Esta simiente de la mujer destruiría al enemigo, la serpiente, quien había dañado al hombre. La simiente de la mujer llegaría a ser la justicia y salvación del hombre. Sin embargo, antes que esa simiente viniera, el hombre no creería en El ni le recibiría. Por lo tanto, Dios tuvo que decretar la ley y dársela al hombre. Originalmente, la ley no formaba parte de la economía de Dios, sino que, mientras dicha economía se estaba llevando a cabo (Gá. 3:19), la ley fue añadida a causa de las transgresiones del hombre. Debido a la caída del hombre y a que éste no veía su propia condición, Dios fue forzado a añadir la ley, a insertarla. El hecho de que la ley fuese añadida, indica que no estaba allí inicialmente. La ley no estaba originalmente en el plan de Dios, sino que fue añadida más tarde para poner al descubierto la verdadera condición del hombre y su verdadera naturaleza, a fin de mostrar al hombre el verdadero cuadro de sí mismo.

(Ley y gracia de Dios en Su economía, La, capítulo 1, por Witness Lee)