LOS DOS ASPECTOS DE LA SANTIFICACIÓN
La santificación posicional
Al inicio de nuestra salvación, experimentamos la santificación posicional (Ro. 1:7a). Mateo 23:17 presenta como ejemplo el oro del templo. El oro originalmente era común en cuanto a su posición; se vendía en las tiendas y también se acumulaba en las casas. La gente hacía anillos con el oro y los llevaban en los dedos. Pero cuando el oro era depositado en la caja de ofrendas, la posición del oro cambiaba de un lugar común a un lugar santificado. En ese momento, el oro era santificado en cuanto a su posición.
La santificación en cuanto a la manera de ser
Debido a que nosotros, los pecadores, hemos sido empapados del elemento del mundo en nuestra naturaleza interior, no sólo necesitamos un cambio externo en posición, sino también una santificación interna en cuanto a la manera de ser. En primer lugar, dicha santificación nos libera de nuestra naturaleza que está empapada del elemento del mundo. En segundo lugar, nos introduce en el Espíritu Santo (Ro. 15:16b). Cuando estamos en el Espíritu Santo, no discutiremos con otros fácilmente. Por el contrario, estaremos en completa paz con los demás.
Nosotros cooperamos al presentarnos a nosotros mismos como esclavos a la justicia (6:18, 22b) y al presentar nuestros miembros, uno por uno, como esclavos a la justicia (v. 19b). Por ejemplo, puede ser que en el pasado usáramos nuestra boca para argumentar con otros. Pero cuando presentamos nuestra boca a la justicia, la presentamos para que ésta hable palabras de agradecimiento y alabanza. Así, no la usamos más para argumentar con otros. Otro ejemplo es el uso que le damos a nuestros oídos. Puede ser que a nuestros oídos les encante escuchar chismes acerca de los defectos de otros. Pero ahora, cuando estamos a punto de escuchar estas cosas, podemos declararle a Satanás: “Apártate de mí. Mis oídos han sido presentados como esclavos a la justicia. Ya no escucharé más estas palabras. Mis oídos son para escuchar la palabra de Dios”. En esto consiste la santificación en cuanto a la manera de ser.
(Salvación en vida presentada en Romanos, La, capítulo 3, por Witness Lee)