V. TIENEN POR META
AGRADAR AL SEÑOR AL VIVIR PARA ÉL
A. Su empeño
Nosotros, además de desear ser arrebatados, debemos empeñarnos por agradar al Señor. Pablo habla de esto en el versículo 9: “Por tanto nos empeñamos también, sea en este domicilio o fuera de él, en conseguir el honor de serle agradables”. Después de que Pablo describió, en 5:1-8, su anhelo de ser revestido del cuerpo transfigurado, él habla de su empeño de agradar al Señor al vivirlo a Él (5:9-15). En el versículo 9, la expresión “nos empeñamos” significa tener celo con una meta firme, esforzarnos con diligencia para agradar al Señor. Éste fue el empeño de Pablo, sea “en este domicilio o fuera de él”. Las expresiones “en este domicilio” y “fuera de él” significan vivir y así permanecer en el cuerpo, o morir y así estar con el Señor.
En el versículo 9, Pablo parece decir: “Mi empeño es agradar al Señor. Ya estoy maduro y listo para ser arrebatado. No me queda más por hacer; pero mientras espero, mi corazón anhela una sola cosa: agradar a mi Señor. No tengo ningún otro empeño, propósito o meta. Mi único empeño es complacer al Señor al vivir para Él”.
¿Por qué Pablo en el pasaje 5:9-15 habla de vivir para el Señor y no de vivir por Él, dedicado a Él, o con Él? Para contestar esta pregunta, nos ayudaría leer Gálatas 2:19, donde dice: “Porque yo por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios”. Aunque es difícil definir la expresión “vivir para Dios”, ella tiene muchas implicaciones. En Gálatas 2:19 Pablo declara que él vive para Dios, no para la ley. Si vivimos para la ley, esto significa que estamos bajo la ley, que somos dirigidos y gobernados por la ley, y que tenemos la responsabilidad de cumplir la ley, pero si vivimos para Dios o para el Señor, esto significa que estamos bajo la dirección y el control del Señor y que queremos cumplir con Sus requisitos, satisfacer Sus deseos y llevar a su consumación lo que Él ha propuesto.
En 5:15 Pablo declara: “Y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para Aquel que murió por ellos y fue resucitado”. Las personas del mundo viven para sí, pero en cuanto a nosotros, el amor de Cristo nos constriñe a vivir para Él y no para nosotros mismos. Vivir para nosotros significa que estamos bajo nuestro propio control, dirección y gobierno, y que lo único que nos interesa es nuestros objetivos y metas. Esto no sólo es vivir dedicados a nosotros mismos, sino para nosotros mismos. Pero los apóstoles, que eran maduros y que estaban listos para ser arrebatados, se empeñaban únicamente en agradar al Señor al vivir para Él. Ellos se sometían absolutamente al Señor; eran dirigidos, controlados y gobernados por Él. Todo lo que hacían tenía como fin cumplir el propósito y deseo del Señor. Por ser personas así, no vivían para la ley, para sí mismos, ni para nada que no fuese el Señor mismo.
Los que trabajan para cierta empresa tal vez viven para ella con el fin de obtener un ascenso. En todo lo que hacen, se preguntan qué pensará de ellos su jefe. Por lo tanto, con relación a su conducta, a su forma de vestir y a la manera en que se cortan el pelo, viven para la empresa. Incluso cuando escogen un nuevo par de zapatos viven para su empresa. Al hacer esto, su objetivo es agradar al jefe con miras a recibir un ascenso. Sin lugar a dudas, un empleado que vive para la empresa avanzará y tendrá éxito. Del mismo modo, un pastor de cierta congregación tal vez viva para esa congregación. Todo lo que hace, incluyendo la manera de vestirse, lo hace para esa iglesia. Se da cuenta de que si no vive en todo sentido para los miembros de esa iglesia, lo podrían despedir de la posición de pastor.
Pablo no vivía para sí ni para nada que no fuera su Amo, Cristo. Él siempre se ejercitaba para hacer lo que agradaba al Señor. Él era muy diferente de los rabinos que vivían para la ley y lo hacían todo con miras a la ley. Como una persona madura y lista para ser arrebatada, la única meta de Pablo era agradar a su Amo, la persona cuya venida él esperaba. Pablo procuraba agradar al Señor, no llevando a cabo una obra, sino viviendo para Él en todos los aspectos de su vida diaria. Asimismo, nosotros hoy en día no debemos agradarnos a nosotros mismos, sino procurar serle agradables al Señor al vivir para Él. Todo lo que hagamos, debemos hacerlo para Él. Éste es el asunto vital en este pasaje de 2 Corintios 5.
Como hice notar, hay empleados que viven para sus empresas. Ahora quisiera ilustrar lo que es vivir para Cristo usando la experiencia de algunas mujeres que viven para sus maridos con el deseo de agradarlos. En todo lo que dicen y hacen toman en cuenta a sus maridos. Toda esposa que viva para su marido de esta manera ciertamente lo agradará. La manera de complacer a otros es vivir para ellos.
En 1934 visité a algunos creyentes en el sur de China. El amor que sentían por mí los llevó a preparar cierta clase de pan. Aunque de hecho, hubiera preferido un simple tazón de arroz, porque los chinos del sur no sabían preparar adecuadamente esa clase de pan. No obstante, fui constreñido por ellos a comer el pan que habían preparado. Ellos hicieron algo por mí, mas no lo que a mí me agradaba. Uso esto como ejemplo del hecho de que muchos cristianos que aman al Señor no viven para el Señor; antes bien, viven para sí mismos. Ellos son diferentes a Pablo, cuyo empeño consistía en complacer a su Amo, no al obrar para el Señor, sino viviendo para Él.
En el versículo 10 Pablo dice: “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba por las cosas hechas por medio del cuerpo, según lo que haya practicado, sea bueno o sea malo”. La palabra “porque” explica el motivo del empeño mencionado en el versículo 9. El tribunal es el lugar donde Cristo juzgará a Sus creyentes a Su regreso, no con respecto a la salvación eterna de ellos, sino a su recompensa dispensacional (1 Co. 4:4-5; 3:13-15). La palabra “reciba” es una palabra técnica que significa recibir salario (Alford). Mientras todavía residamos en nuestro domicilio, el cuerpo, debemos hacer lo que agrada al Señor, para que seamos recompensados por el Señor cuando venga.
En el versículo 11 Pablo añade: “Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres; pero a Dios le es manifiesto lo que somos; y espero que también lo sea a vuestras conciencias”. La frase “conociendo, pues el temor del Señor” significa estar conscientes de temer al Señor. La palabra “pues” indica que estar así conscientes se debe al tribunal de Cristo mencionado en el versículo 10. Además, el temor del Señor, como lo menciona este versículo, no se refiere a que el Señor nos infunda temor, sino a que nosotros le tememos a Él. Los apóstoles, conscientes de que debían temer al Señor, persuadieron a los hombres con respecto a su integridad, en cuanto a la clase de hombres que eran para con Dios y para con el hombre. No necesitaban persuadir a Dios, porque para Dios ya era manifiesto lo que eran; no obstante, los apóstoles esperaban que esto también fuera manifiesto en la conciencia de los creyentes.
El versículo 12 dice además: “No nos recomendamos, pues, otra vez a vosotros, sino os damos ocasión de gloriaros por nosotros, para que tengáis con qué responder a los que se glorían en las apariencias y no en el corazón”. La expresión “con qué” denota tener palabras con las cuales responder a los que se glorían. Literalmente, la palabra griega traducida “apariencias” es rostros, una referencia a la apariencia de los judaizantes. El corazón es donde se encuentran la sinceridad y la realidad de las virtudes.
El versículo 13 dice: “Porque si estamos locos, es para Dios; y si somos cuerdos, es para vosotros”. Estar locos para Dios significa estar enloquecidos, como necios, para la gloria de Dios (Hch. 26:24-25). El éxtasis del apóstol no era un frenesí de locura; era un éxtasis para Dios y con Dios para Su gloria. Aquí ser cuerdos significa tener dominio propio en amor, para el bien de otros.
B. El amor de Cristo los constriñe a vivir para Él
En el versículo 14 Pablo explica: “Porque el amor de Cristo nos constriñe, habiendo juzgado así: que uno murió por todos, por consiguiente todos murieron”. El amor de Cristo para con nosotros se manifestó en la cruz al morir Él por nosotros (Gá. 2:20). Este amor nos constriñe. La palabra constreñir literalmente significa presionar por todos lados, mantener para un solo fin, limitar por fuerza, confinar dentro de ciertos límites con miras a un solo objetivo, encerrar en una sola línea y con un solo fin, como en un sendero estrecho y amurallado. (La misma palabra griega se usa en Lc. 4:38; 12:50; Hch. 18:5; Fil. 1:23). De esta manera los apóstoles eran constreñidos por el amor de Cristo a vivir para Él.
La expresión “habiendo juzgado así” significa habiendo llegado a la conclusión, (probablemente en el momento de su conversión). Pablo concluyó que puesto que uno murió por todos, por consiguiente, todos murieron. La muerte de Cristo, sufrida por amor, era el factor motivador que constriñó a los apóstoles a llevar una vida de amor para Él. Puesto que Cristo murió como nuestro sustituto, sufriendo la sentencia de muerte por todos nosotros, a los ojos de Dios todos morimos. Así que, no tenemos que morir como está establecido para los hombres, o sea, morir y después de esto, el juicio (He. 9:27).
Como hicimos notar, Cristo murió por todos nosotros para que ya no vivamos para nosotros, sino para Él. La muerte de Cristo no sólo nos salva de la muerte a fin de que ya no muramos, sino que también hace posible, por medio de Su resurrección, que ya no vivamos para nosotros mismos, sino para Él.
(
Estudio-vida de 2 Corintios, capítulo 13, por Witness Lee)