CRISTO ES EL ÚNICO CONSTITUYENTE
DE LA IGLESIA
A fin de edificar la iglesia, necesitamos a Cristo, la simiente de la mujer (Gn. 3:15; Is. 7:14). Sin Cristo no hay forma de edificar la iglesia. Únicamente podemos edificar la iglesia con las inescrutables riquezas de Cristo. El propósito de cada reunión, conferencia y entrenamiento es ministrar a los santos las inescrutables riquezas de Cristo, las cuales son todo-inclusivas. La iglesia es producida con Cristo como único constituyente. Se compone de las riquezas de Cristo y está constituida de todos los elementos y factores de Cristo. La iglesia es el agrandamiento y expansión de Cristo. En esta expansión, la cual es el nuevo hombre, no hay griego ni judío; no hay ningún elemento humano (Col. 3:10-11). No hay occidental, ni oriental, ni británico, ni alemán, ni francés, ni estadounidense, ni chino ni japonés; en la iglesia lo único que tenemos es Cristo.
Cristo es todo-inclusivo
Necesitamos ver quién es Cristo. Cristo es maravilloso. Necesitaríamos miles de páginas para describir quién es Cristo. Colosenses 2:9 dice que en Cristo habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad. Debido a que la plenitud de la Deidad habita en Cristo, Él es todo-inclusivo, y Sus riquezas son inescrutables (Ef. 3:8). Cristo es rico en misericordia, gracia, amor, gozo, paz, humildad, bondad, luz, poder, espiritualidad y santidad. A fin de ser santos, debemos tener a Cristo. La santidad sin Cristo es vanidad. Asimismo, la espiritualidad sin Cristo es vanidad. Dios hizo a Cristo el todo para nosotros. Dios lo hizo nuestra sabiduría, nuestra justicia, nuestra santificación y nuestra redención (1 Co. 1:30). Cristo es verdaderamente rico. Él es rico en sabiduría, rico en justicia para nuestra justificación, rico en santificación para nuestra santidad y rico en redención para la transfiguración de nuestro cuerpo. Con relación a nuestro pasado, Él fue hecho nuestra justicia; con relación a nuestro presente, Él fue hecho nuestra santificación; y con relación a nuestro futuro, Él fue hecho nuestra redención.
Cristo es el Espíritu vivificante
Muchas personas hoy me acusan de enseñar herejías porque digo que Cristo es el Espíritu. Sin embargo, cuanto más tratan de oponerse a esta verdad, más ponen en evidencia su propia necedad. En 1 Corintios 15:45 leemos: “El postrer Adán [fue hecho] Espíritu vivificante”. El postrer Adán es Cristo. Por lo tanto, Cristo es sin duda el Espíritu (cfr. 2 Co. 3:17). Algunos cuestionarían esta verdad preguntando: “Si Cristo es el Espíritu, ¿cómo puede ser también el Hijo?”. Yo no puedo explicar este misterio, pero la Biblia nos dice claramente que Cristo es el Espíritu vivificante y también el Hijo. Otros dirían: “Reconozco que Cristo es el Espíritu vivificante, pero no el Espíritu Santo”. Yo les contestaría con esta pregunta: “Además del Espíritu Santo, ¿hay otro Espíritu que da vida?”. Si dijéramos que sí, seríamos herejes. Aparte del Espíritu Santo no existe otro Espíritu que da vida (Jn. 6:63; 2 Co. 3:6). Cristo hoy es el Espíritu vivificante. Por lo tanto, todos debemos declarar: “¡La simiente de la mujer, que hirió la cabeza de la serpiente, es ahora el Espíritu vivificante que mora en mí!”.
En la práctica, si Cristo hoy no fuera el Espíritu, le sería imposible entrar en nosotros. Sabemos que Cristo está en nosotros. Ningún creyente genuino negaría este hecho; no hay discusión alguna al respecto. Colosenses 1:27 dice: “Cristo en vosotros, la esperanza de gloria”. No le sería posible a Cristo entrar en nosotros si Él no fuera el Espíritu. Algunos que se oponen a la verdad de que Cristo es el Espíritu dicen: “Cristo está en el cielo, y Él está en nosotros por medio del Espíritu Santo”. Esto quizás suene bien, pero nadie ha podido explicarme qué significa que Cristo esté en nosotros por medio del Espíritu Santo. Yo no puedo encontrar ningún versículo en el Nuevo Testamento que diga que Cristo está en nosotros por medio del Espíritu Santo, pero enseguida puedo pensar en por lo menos cinco versículos que nos dicen que Cristo mismo está en nosotros (Jn. 14:20; Ro. 8:10; 2 Co. 13:5; Gá. 2:20; Col. 1:27).
En 2 Timoteo 4:22 leemos: “El Señor esté con tu espíritu”. Este versículo dice claramente que Cristo está con nuestro espíritu. Esta verdad no es una mera doctrina; es nuestra experiencia. Puedo testificar con base en mi experiencia que dondequiera que voy, Cristo está con mi espíritu. Si Cristo no fuera el Espíritu, no podría estar con nuestro espíritu. Por lo tanto, no sólo es contrario a las Escrituras, sino también ilógico negar que Cristo sea el Espíritu vivificante. Todos debemos proclamar: “¡Aleluya, Cristo, a quien Dios hizo nuestra sabiduría, nuestra justicia, nuestra santificación y nuestra redención, es el Espíritu vivificante!”. Me he enterado de que alguien que se ofendió cuando yo proclamé esta verdad está preparando un documento para su distribución en el que me acusa de ser hereje. Me siento contento de oír esto. Cuantas más personas toquen este asunto, más pondrán en evidencia su necedad. La verdad es la verdad. Cuando digo que dos más dos es cuatro, nadie puede refutar este hecho tan sencillo. Cristo ha llegado a ser el Espíritu vivificante, y ahora Él está con nuestro espíritu para ser nuestra justicia, nuestra santificación, nuestra redención, nuestra vida, nuestra paciencia, nuestra humildad, nuestro denuedo y nuestro todo con miras al cumplimiento del propósito de Dios.
(
Edificación de la iglesia, La, capítulo 2, por Witness Lee)