LA EDIFICACIÓN DE LA IGLESIA
ES LA EDIFICACIÓN
DE LA NUEVA JERUSALÉN
Dios le mandó a Noé que edificara el arca (Gn. 6:13-14). De igual manera, Dios manda a los creyentes neotestamentarios que edifiquen la iglesia (1 Co. 3:10, 12; 14:12, 26; Ef. 4:12, 16), la cual llegará a ser en su consumación la Nueva Jerusalén (Ap. 21:2, 9-10). En cada localidad muchos santos preciosos están edificando la iglesia al conducir nuevas personas a la salvación, al ayudarlas a ser transformadas y al acoplarlas como parte del edificio. Aunque estos santos no estén conscientes de ello, su labor corresponde a la edificación de la Nueva Jerusalén. Espero que un día cuando estemos en la Nueva Jerusalén, reconozcamos a los que trajimos a la iglesia y comprendamos que los edificamos como parte de la Nueva Jerusalén. Algunos en el cristianismo no aceptarían esto. Incluso pueden considerarnos herejes, pero esto es lo que se revela en la Biblia. No es una enseñanza cristiana tradicional, sino la visión celestial. Cuando nos veamos unos a otros en la Nueva Jerusalén, comprenderemos que lo que estábamos edificando en las iglesias era la Nueva Jerusalén.
Dios no edificó el arca por Sí mismo; del mismo modo, tampoco Dios edificará la iglesia por Sí mismo. Dios edificó el arca por medio de la edificación realizada por Noé, y hoy el Señor también está edificando la iglesia mediante nuestra obra de edificación de la iglesia. Muchos santos que aman al Señor y dan el todo por la vida de iglesia no lo comprenden, pero están edificando la Nueva Jerusalén. El arca que Noé edificó era simplemente un tipo. La Nueva Jerusalén es el arca final, el arca eterna. Hoy estamos edificando el arca final, que nos salvará de la era presente maligna del viejo cielo y la vieja tierra, y nos introducirá en la nueva era en el cielo nuevo y la tierra nueva.
Puedo decirles esto con denuedo porque en el recobro del Señor hemos visto la visión de la iglesia. Como resultado, sabemos lo que el Señor está haciendo hoy, y sabemos también lo que estamos haciendo hoy en Su recobro bajo Su visión. No estamos predicando ni ministrando a ciegas, tratando de ayudar a otros mientras nosotros mismos no sabemos adónde vamos. Tenemos una meta clara, a saber: la Nueva Jerusalén. Por lo tanto, tenemos plena seguridad y valor para declarar con fe que nuestra edificación de la iglesia hoy es la edificación de la Nueva Jerusalén, a fin de que se cumpla el propósito eterno de Dios. Pedro vio esta visión, puesto que en su predicación en el día de Pentecostés, él dio a entender que Jesucristo no sólo es el Salvador para la salvación de los escogidos de Dios, sino también la piedra destinada al edificio eterno de Dios.
(Edificación de la iglesia, La, capítulo 3, por Witness Lee)