Constitución y la edificación del Cuerpo de Cristo, La, por Witness Lee

II. EL CRECIMIENTO EN VIDA DE LOS CREYENTES SEGUN SE REVELA EN LOS ESCRITOS DE PEDRO

Primero, necesitamos ver el crecimiento en vida de los creyentes según se revela en los escritos de Pedro. Aunque Pedro era un pescador que no escribió bien en griego, su escrito es muy elevado y solemne, y no es ligero.

A. Su base

El crecimiento en vida de los creyentes tiene una base, y esta base es revelada en los escritos de Pedro.

1. La obra santificadora del Espíritu

En los escritos de Pedro el primer asunto que se da como base para el crecimiento de los creyentes en la vida divina es la obra santificadora del Espíritu (1 P. 1:2b). Santificar algo significa separarlo y hacerlo santo delante de Dios. Cuando algo es santificado, es separado a Dios para Su propósito; por tanto, llega a ser santo. Nosotros nacimos como descendientes de Adán. Entonces, no éramos santos. Pero un día escuchamos el evangelio y el Espíritu Santo de Dios vino y nos santificó, separándonos para Dios y haciéndonos santos. Este es el primer paso de la obra santificadora del Espíritu.

2. La redención efectuada por Cristo mediante Su muerte sustitutiva en la cruz

La obra santificadora del Espíritu, o sea la búsqueda de nosotros los pecadores perdidos por parte del Espíritu, se basa en la redención efectuada por Cristo mediante Su muerte sustitutiva en el madero (la cruz, 1 P. 2:24a). En esa muerte sustitutiva Cristo el Justo murió por los pecados de nosotros los injustos (1 P. 3:18). Esta es la base sobre la cual nosotros los creyentes recibimos la vida eterna de Dios (Jn. 3:15) y vivimos a la justicia (1 P. 2:24b).

3. La aspersión de la sangre de Cristo, que es la sangre preciosa del Cordero sin mancha y sin defecto

Inmediatamente después de que el Espíritu nos santifica (1 P. 1:2c, 19), la aspersión de la sangre de Cristo, que es la sangre preciosa del Cordero sin mancha y sin defecto, nos es aplicada basado en la redención de Cristo, en la cual Su sangre fue derramada. La aspersión de la sangre de Cristo indica redención. Algunos tal vez piensen que la santificación del Espíritu Santo no debe ocurrir antes de la redención de Cristo.

En Lucas 15 el Señor Jesús profirió tres parábolas que corresponden a la Trinidad Divina al salvar Dios a los pecadores. La primera parábola trata de un hombre que busca una oveja perdida (vs. 3-7), la segunda trata de una mujer que busca una moneda perdida (vs. 8-10), y la tercera trata de un padre que recibe al hijo pródigo (vs. 11-32). En estas tres parábolas el padre representa el Padre divino en la Trinidad, el hombre representa Cristo el Salvador, y la mujer representa el Espíritu Santo. El trabajo de la mujer que buscaba la moneda perdida representa la obra santificadora del Espíritu, la cual ocurrió antes de que nos arrepintiéramos y de que fuéramos llevados a creer en Cristo a fin de participar nosotros en la aspersión de la sangre de Cristo.

Sin la santificación del Espíritu, el hijo pródigo de Lucas 15 nunca habría sido despertado para darse cuenta de su condición lastimosa y tomar la decisión de levantarse y volver a la casa de su padre (vs. 16-21). Antes de volver a la casa, el Espíritu como “la mujer” que busca ya había hecho la obra de buscar.

Después de que el hijo pródigo volvió a la casa, el padre les dijo a los siervos que le pusieran el mejor vestido. Esto fue un indicio de la justificación, lo cual implica la redención. Por consiguiente, en esa ocasión el hijo fue redimido, aprobado y aceptado. Según Lucas 15, eso ocurrió después de que el Espíritu, la mujer que buscaba, encontró al pródigo, la moneda perdida. Por lo tanto, antes de que la redención fuera aplicada al pródigo que regresó, el Espíritu Santo primero hizo algo para santificar, separar, al pecador y hacer que se arrepintiera.

La obra santificadora del Espíritu Santo no se hace de una vez por todas. Según el Nuevo Testamento, el Espíritu Santo santifica en tres etapas (2 Ts. 2:13 y la nota 133). El primer paso ocurre antes del arrepentimiento del creyente a fin de estimular el arrepentimiento del creyente, para separar y santificar al pecador y llevarlo a Cristo. Esta es la santificación que se menciona en 1 Pedro 1:2 y Lucas 15. Luego, después de que el pecador se arrepiente y recibe a Cristo, el pecador recibe la redención de Cristo. En ese momento el pecador es regenerado y experimenta el segundo paso de la obra santificadora del Espíritu Santo, la cual es principalmente una santificación de posición (He. 13:12; 1 Co. 6:11). Finalmente, en el curso de su vida cristiana, el pecador salvo será santificado en su disposición (Ro. 6:19, 22). Este es el tercer paso de la obra santificadora del Espíritu Santo.

Como vemos en los escritos de Pedro, el primer elemento de la base del crecimiento de los creyentes en la vida divina es la santificación del Espíritu. Puesto que el Espíritu Santo nos santificó, tenemos esta base, y podemos crecer en vida sobre ella. Ya que fuimos santificados por el Espíritu Santo, estamos dispuestos a abandonar los placeres de este mundo y disfrutar a Cristo en la vida de la iglesia para poder ganar más de Cristo.

La obra santificadora del Espíritu nos lleva a la aspersión de la sangre de Cristo, la cual se refiere a la redención y resulta en vida (Ro. 5:10, 17-18). Esta redención, por medio de la sangre derramada de Cristo (Ef. 1:7), nos fue aplicada para que la disfrutemos. Todos debemos darnos cuenta de que recibimos la aspersión de la sangre de Cristo y debemos estar convencidos del mismo. Puesto que recibimos la aspersión de la sangre preciosa de Cristo, fuimos redimidos. Somos el pueblo que recibió la aspersión de la sangre. ¡Cuán bueno! En primer lugar fuimos santificados por el Espíritu Santo y luego fuimos rociados con la sangre de Jesús. Por lo tanto, Dios nos puede justificar, recibir y aceptar debido a que fuimos redimidos y rociados con la sangre. Ahora no existe problema entre nosotros y Dios. Todos los problemas fueron cubiertos por la sangre. Esta es una base sólida sobre la cual nosotros crecemos en la vida divina.

(Constitución y la edificación del Cuerpo de Cristo, La, capítulo 4, por Witness Lee)