La glorificación es la octava sección de la salvación orgánica que Dios efectúa.
En la regeneración Dios sella a los creyentes regenerados con Su Espíritu (Ef. 1:13). Cuando una hoja es sellada con la tinta, ésta la satura. Esto es un ejemplo del hecho de que el sello del Espíritu significa que los creyentes son saturados con el Espíritu.
El sellado del Espíritu que sella es semejante a la aplicación de la tinta, pues satura a los creyentes sellados desde su interior con el glorioso elemento vital de Dios a lo largo de su vida, lo cual da por resultado la redención de su cuerpo (Ef. 4:30; Ro. 8:23). A través de toda nuestra vida cristiana, este sellado, la aplicación de esta tinta, satura todo nuestro ser desde el interior. ¿Con qué sella a los creyentes el Espíritu que sella? El los sella con la gloria de la vida divina. La gloria de la vida divina es la “tinta”, y por toda la vida de los creyentes esta tinta, al ser aplicada a ellos, satura todo su ser desde su interior con el glorioso elemento vital de Dios.
Esta saturación finalmente dará como resultado la redención de nuestro cuerpo. Efesios 4:30 nos dice que somos sellados por el Espíritu Santo “para el día de la redención”. Aquí la palabra para significa “que da como resultado” o “con el fin”. El sellado tiene como fin la redención de nuestro cuerpo y dará como resultado la redención de nuestro cuerpo. Desde el momento en que fuimos salvos y regenerados, el Espíritu como sello en nosotros nos ha sellado constantemente con el glorioso elemento vital de Dios para el día de la redención de nuestro cuerpo.
Cuando los creyentes que son maduros en la vida divina sean arrebatados, ellos, en su espíritu que exulta con Cristo exteriormente, serán introducidos en la gloria de Dios para su glorificación (Ro. 8:30; He. 2:10).
Los creyentes maduros serán glorificados desde su interior mediante la saturación que dura toda la vida con la gloria de Dios, y exteriormente siendo introducidos en la gloria de Dios.
Actualmente, la aplicación de la tinta nos satura con la gloria de Dios desde nuestro interior. Este es un asunto de toda la vida. Finalmente, seremos introducidos en la gloria de Dios exteriormente. La saturación interior es un proceso que dura toda la vida, pero seremos introducidos en la gloria de Dios de modo instantáneo. En un instante, en un abrir y cerrar de ojos, seremos introducidos en la gloria de Dios. Por tanto, los creyentes maduros serán glorificados desde su interior mediante la saturación que dura toda la vida con la gloria de Dios, y exteriormente siendo introducidos en la gloria de Dios.
La glorificación de los creyentes maduros es la porción cimera que disfrutan de su filiación divina en la salvación orgánica que Dios efectúa, la cual recibieron cuando fueron regenerados (Gá. 4:5; Ro. 8:23). En la salvación orgánica que Dios efectúa, la filiación es un asunto crítico y central. La redención de nuestro cuerpo es el disfrute cimero de la filiación. Romanos 8:23 dice: “Nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, aguardando con anhelo la plena filiación, la redención de nuestro cuerpo”. Como una persona de edad avanzada con varias enfermedades físicas, muchas veces gimo por la debilidad de mi cuerpo. Pero mientras gimo espero la filiación, la redención de mi cuerpo. El día viene en el cual nuestro cuerpo será redimido, y entraremos en el pleno disfrute de la filiación divina.
La redención del cuerpo de los creyentes será la transfiguración de su cuerpo cuando el Señor regrese (Fil. 3:20-21).
La palabra redención indica que es algo judicial porque el cuerpo redimido de los creyentes proviene de la vieja creación caída. La redención del cuerpo de los creyentes es la finalización de la redención judicial que Dios efectúa. La palabra transfiguración indica que es algo orgánico porque el cuerpo de los creyentes es transfigurado por la vida divina que está en ellos.
La glorificación divina de los creyentes glorificados hace que los creyentes consumados participen plenamente de la divinidad de Dios.
En estos mensajes examinamos las ocho secciones de la salvación orgánica que Dios efectúa, que son: la regeneración, la alimentación, la santificación, la renovación, la transformación, la edificación, la conformación y la glorificación. Dios tiene la meta en estas ocho secciones de la salvación orgánica, de hacernos Dios, es decir, de hacernos un duplicado Suyo, una réplica Suya.
Por medio de la regeneración Dios se impartió en nuestro ser. Ahora tenemos la vida divina, y también participamos de la naturaleza divina. Además, tenemos la mente de Dios y las inescrutables riquezas de Cristo. Tener las riquezas de Cristo significa que tenemos el ser de Dios. Por tanto, tenemos la vida de Dios, Su naturaleza, Su mente y Su ser. Finalmente, seremos conformados a la imagen de Cristo, el primer Dios-hombre, seremos plenamente saturados con la gloria de la vida divina y seremos introducidos en la gloria de Dios. En ese momento tendremos la vida de Dios, Su naturaleza, Su mente, Su ser y Su gloria y llevaremos Su imagen. Ciertamente habremos llegado a ser Dios en vida, en naturaleza y en expresión, mas no en deidad. Si una persona así no es Dios, ¿entonces qué es? Cuando nuestro cuerpo sea redimido y transfigurado y por tanto disfrutemos la porción cimera de la filiación, podremos decir: “¡Aleluya! Fui hecho Dios. Alabado sea el Señor, porque tengo la vida de Dios, Su naturaleza, Su mente, Su ser, Su gloria y Su imagen”.
(Secreto de la salvación orgánica que Dios efectúa: "El Espíritu mismo con nuestro espíritu" El, capítulo 5, por Witness Lee)