I. LA SANTIFICACION POR EL ESPIRITU SANTO
1) “Según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo” (1 P. 1:2)
Aquí, la palabra nos muestra cómo el Dios Triuno causa que Su salvación nos alcance: Dios el Padre nos eligió según Su presciencia, y Dios el Espíritu nos santifica para que recibamos la redención de Dios el Hijo, la cual está indicada aquí por la sangre de Cristo. Según nuestra experiencia de la plena salvación de Dios, la santificación de Dios el Espíritu es el primer paso en nuestro disfrute de la plena salvación de Dios. Dios el Padre nos eligió en la eternidad pasada según Su presciencia. Luego, después que nacimos, Dios el Espíritu vino a santificarnos del mundo, conforme a la elección del Padre, para que disfrutemos de la redención de Dios el Hijo. Por eso, la santificación de Dios el Espíritu constituye el primer paso en nuestro disfrute de la plena salvación de Dios. Sin embargo, este paso no lo damos nosotros; es la obra del Espíritu de Dios.
La santificación de Dios el Espíritu nos separa del mundo para que pertenezcamos a Dios y disfrutemos de Su plena salvación. Esta santificación en nosotros se divide en tres etapas. La primera es para nuestro arrepentimiento, la segunda es para nuestra justificación, y la tercera es para nuestra transformación. Por consiguiente, la venida de Dios el Espíritu para separarnos para el arrepentimiento, conforme a la elección de Dios el Padre en la eternidad pasada, es la primera etapa de Su plena santificación en nosotros. En esta primera etapa de santificación, El nos ilumina, haciendo que seamos convencidos de pecado (Jn. 16:8), que nos volvamos en nosotros mismos (Lc. 15:17), y que nos arrepintamos y nos convirtamos a Dios (Hch. 26:20).
(Lecciones de vida, tomo 4, capítulo 1, por Witness Lee)