LA SITUACIÓN APROPIADA
Para la redención
Para que estas grandes cosas se cumplieran, era necesario que se dieran las situaciones apropiadas. Tomemos por ejemplo la crucifixión. En el Antiguo Testamento hubo una profecía que daba a entender que el Señor Jesús sería colgado en un madero (Dt. 21:22-23; Gá. 3:13). En tipología, hubo una serpiente de bronce que fue levantada en un asta (Nm. 21:8-9; Jn. 3:14). El Imperio Romano usó la crucifixión para condenar a muerte a los peores criminales y a los esclavos que eran hallados culpables de rebelión. Por este medio que le dio muerte al Señor, el Imperio Romano vino a ser el instrumento para que se cumplieran las profecías dadas en cuanto a la muerte de Cristo.
A fin de que se llevaran a cabo los grandes logros de Cristo, se necesitaba que el Imperio Romano fuera establecido. Después de que fui salvo sentí un gran interés por estudiar la historia mundial y compararla con la Biblia para entender más sobre los asuntos espirituales. Aprendí el significado de muchas cosas leyendo y estudiando la historia mundial. Las naciones empezaron a surgir después de Babel. Los judíos, por haber ofendido a Dios, perdieron su tierra alrededor del año 600 a. C. cuando Nabucodonozor destruyó a Jerusalén y se llevó cautivo a muchos a Babilonia. No mucho después, la supremacía de Babilonia pasó al Imperio Medo-Persa. Actualmente, Persia es Irán. El Imperio Medo-Persa controló las tierras que anteriormente habían sido gobernadas por Babilonia, incluyendo a la nación de Israel. Luego, unos de 300 años antes de Cristo Alejandro Magno de Macedonia derrotó al Imperio Medo-Persa y gobernó todas esas tierras. Él apenas tenía unos treinta años de edad cuando murió.
Después de la muerte de Alejandro, su reino se derrumbó. En el periodo que transcurrió antes del surgimiento del Imperio Romano, no hubo ningún otro imperio mundial que controlara las naciones alrededor del Mediterráneo. Las guerras y los disturbios eran comunes. Poco a poco los romanos, especialmente bajo la dirección de Julio César, derrotaron todas las naciones vecinas. Octavio, el sobrino nieto de Julio César, derrotó a Egipto. Con esta conquista todas las tierras de los alrededores del Mediterráneo vinieron a estar bajo el control romano. Octavio vino a ser el heredero adoptado de Julio César. En el año 27 a. C. Octavio adoptó el título de Augusto, convirtiéndose en el primer emperador.
Fue durante el reinado de Augusto que Cristo nació. Lucas 2:1 dice: “Aconteció en aquellos días, que salió un decreto de parte de César Augusto, para que se hiciera un censo de toda la tierra habitada”. El Señor Jesús nació durante el gobierno del primer César oficial del Imperio Romano. Fue Dios quien determinó que el Imperio Romano tuviera el control del área del Mediterráneo durante el tiempo de Cristo.
Roma trajo orden a aquella región donde había tantas guerras e hizo posible que el Señor Jesús naciera en la humanidad en un ambiente de paz. Además, el método romano empleado para ejecutar la pena de muerte, la crucifixión, hizo posible que se cumplieran las profecías dadas en cuanto a Su muerte.
Para la propagación del evangelio
La propagación del evangelio después de la resurrección y ascensión de Cristo se facilitó considerablemente debido a que Roma estableció una lengua común, un solo gobierno, un sistema de vías y un orden doméstico.
El griego fue el idioma de la clase social educada. El Nuevo Testamento, aunque fue escrito casi completamente por judíos —siendo Lucas la única excepción—, fue escrito en griego, no hebreo. Incluso antes de que surgiera el Imperio Romano, aproximadamente tres siglos antes de Cristo, la versión hebrea del Antiguo Testamento fue traducida al griego. Esta versión, llamada Septuaginta, fue traducida por setenta eruditos en Alejandría, Egipto. Cuando el Señor Jesús estuvo en la tierra, muchas veces las Escrituras citadas por Él provenían de la Septuaginta.
Roma llamó a las tierras que conquistó provincias, por ejemplo, Galacia, Asia, Acaya y Macedonia. En todas estas provincias, que fueron unificadas bajo Roma, las personas tenían la libertad de cruzar las fronteras sin ninguna restricción. Esta situación fue muy conveniente para aquellos que viajaban para propagar el evangelio. Además de esto, los barcos estaban disponibles para cruzar el Mediterráneo, y para viajar por tierra, las vías que los romanos construyeron cruzaban el imperio de lado a lado.
La paz y el orden que reinaron fomentaron más los viajes, y, de este modo, se facilitó la propagación del evangelio. Los robos se mantuvieron bajo control; era razonablemente seguro viajar sin temor de ser asaltados o asesinados. Los ciudadanos romanos eran completamente protegidos por la ley. Pablo mismo reclamó este derecho. Cuando estuvieron a punto de azotarlo, él protestó y le dijo al centurión: “¿Os es lícito azotar a un romano sin haber sido condenado?” (Hch. 22:25). El tribuno “al saber que era romano, también tuvo temor por haberle atado” (v. 29). Más tarde, cuando los judíos, sus propios compatriotas, lo acusaron delante de Festo, él reclamó su derecho como ciudadano romano y apeló a César (Hch. 25:11). De este modo, él fue protegido.
Así pues, el Imperio Romano fue establecido por Dios para proveer una situación propicia para que se efectuara la redención y se propagara el evangelio.
(
Situación mundial y el mover de Dios, La, capítulo 1, por Witness Lee)