Estudio-vida de Zacarías, por Witness Lee

III. LA VISIÓN DEL VARÓN CON LA CUERDA DE MEDIR EN SU MANO

En este capítulo Zacarías recibió la visión de un varón que tenía en Su mano una cuerda de medir: “Alcé después mis ojos y miré, y he aquí, un varón que tenía en Su mano una cuerda de medir. Y dije: ¿A dónde vas? Y Él me respondió: A medir a Jerusalén, para ver cuánta es su anchura y cuánta su longitud” (vs. 1-2).

A. Un varón

Este varón es Cristo en Su humanidad como Ángel de Jehová, Aquel que habla con Zacarías (vs. 1a, 2-3a; cfr. Ez. 40:3; Zac. 1:9-11).

B. La cuerda de medir

La cuerda de medir (2:1b) representa la acción de medir a fin de poseer. Por ejemplo, antes de comprar un terreno o tela, primero medimos su longitud y su anchura. Después de haber medido el terreno o la tela, tomamos posesión de ello.

C. Para medir Jerusalén

El varón con la cuerda de medir se propuso medir Jerusalén a fin de que Jehová pudiera volver a poseerla (Zac. 2:2, 4b). Dios había abandonado a Jerusalén durante los setenta años del cautiverio. Después del cautiverio, Dios volvió a Jerusalén para medirla a fin de poseerla. Esta medición no solamente tenía por finalidad conocer el tamaño de la ciudad, sino también su condición y la situación en que se encontraba. La medición fue hecha por un varón, no por un ángel. Un ángel no es apto para medir nada que sea humano, pues no posee la naturaleza humana. Únicamente Jesús, poseedor tanto de la naturaleza divina como de la humana, es apto para medir Jerusalén.

Mientras que el templo es señal de la casa de Dios, la ciudad de Jerusalén es señal del reino de Dios para Su administración. La ciudad de Jerusalén fue medida y se halló que era sin límites (v. 4). Esto indica que el reino de Dios es del tamaño de Dios mismo. Por consiguiente, esta medición revela dos asuntos importantes: que el reino de Dios es ilimitado y que Dios mismo es el tamaño de Su reino.

D. Su muro de fuego en derredor y la gloria en medio de ella

“Yo seré para ella muro de fuego en derredor, declara Jehová, y gloria seré en medio de ella” (v. 5). Aquí vemos que el muro de la ciudad de Jerusalén y la gloria que está en medio de ella son el propio Jehová; esto indica que Jehová será la protección de Jerusalén en la circunferencia de la ciudad y su gloria al centro de la misma. Tanto la gloria en el centro como el fuego en la circunferencia son Cristo mismo. Esto muestra la centralidad y universalidad de Cristo en la economía de Dios. Hoy, Cristo es la gloria en el centro de la iglesia, y Él es también el fuego ardiente alrededor de la circunferencia de la iglesia para protegerla. En la Nueva Jerusalén, el Dios Triuno en Cristo será la gloria en el centro de ella (Ap. 21:23; 22:1, 5), y esta gloria resplandecerá a través del muro transparente de la ciudad para ser su protección de fuego (Ap. 21:18).

E. El significado crucial de esta visión para el pueblo de Sion

Zacarías 2:6-13 presenta el significado crucial de esta visión para el pueblo de Sion.

1. Jehová los extiende como a los cuatro vientos de los cielos

En el versículo 6b, Jehová declara con respecto a Su pueblo: “Como a los cuatro vientos de los cielos os extendí”. Quizás pensemos que Dios dispersó a los israelitas cuando éstos fueron llevados al cautiverio; sin embargo, este versículo no dice que Dios dispersó a Su pueblo, sino que los extendió. Esto es semejante a la propagación de los creyentes en Hechos 8. Había miles de creyentes en Jerusalén, pero Dios no estaba satisfecho; por tanto, se suscitó una gran persecución, la cual hizo que ellos fuesen esparcidos. La persecución en sí no era algo bueno, pero redundó en una propagación gloriosa (Hch. 11:19). Igualmente, si los hijos de Israel no hubieran sido capturados, el testimonio de Dios habría estado limitado a la pequeña ciudad de Jerusalén junto con su templo. Pero cuando los hijos de Israel fueron dispersados a Babilonia, cuatro jóvenes se convirtieron en testigos de Dios y en testimonio de Él. De este modo, el testimonio de Dios se propagó a Babilonia. Si el testimonio de Dios no hubiese llegado a Babilonia, ¿cómo habría sabido la gente que Dios podía anular el efecto de aquel horno de fuego ardiente así como también tapar la boca de los leones? Dios es grande y soberano, y Él posee un corazón amplio. Por tanto, Él deseaba que Su testimonio fuese propagado a lugares lejanos.

(Estudio-vida de Zacarías, capítulo 3, por Witness Lee)