NO COMO LOS HIPOCRITAS QUE AMAN EL ORAR
PARA SER VISTOS POR LOS HOMBRES
“Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres; de cierto os digo que ya tienen toda su recompensa”. El fin de la oración es tener comunión con Dios y expresar Su gloria. Pero los hipócritas utilizan la oración, que debería glorificar a Dios, para glorificarse a sí mismos. Por consiguiente, les gusta orar en las sinagogas y en las esquinas de las calles. Hacen esto para ser vistos de los hombres, pues las sinagogas y las esquinas de las calles son lugares públicos, donde pasa mucha gente. No oran para que Dios los oiga, sino para ser oídos por los hombres. Les gusta exhibirse. Esta clase de oración es muy superficial; no puede considerarse una oración dirigida a Dios, ni tampoco una comunión con El. Estos hombres no deben esperar recibir algo de Dios, porque el motivo que yace detrás de este tipo de oración es recibir gloria de los hombres, y porque no han acumulado nada delante de Dios. De hecho, ya han recibido su recompensa; han recibido la alabanza de los hombres. Por lo tanto, en el reino venidero no habrá nada qué recordar.
¿Entonces qué debemos hacer cuando oramos? El Señor dijo: “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará”. Este aposento es un símbolo. Las sinagogas, al igual que las esquinas de la calles, denotan lugares públicos, mientras que el aposento a un lugar oculto. Hermanos y hermanas, uno puede entrar en su aposento aun en las sinagogas y en las esquinas de las calles. Uno puede encontrar el aposento en la acera y dentro del automóvil. El aposento es el lugar donde uno tiene comunión con Dios en lo secreto; el lugar donde uno ora sin tener la intención de exhibir su oración. “Entra en tu aposento, y cerrada la puerta”. Esto quiere decir cerrar la puerta para que el mundo quede afuera y nosotros adentro; significa que desechamos todas las voces de afuera, y oramos a Dios callada y silenciosamente.
Cuando uno ora al Padre que está en secreto, el Padre, que ve en lo secreto, le recompensará. ¡Qué gran consuelo es éste! Para poder orar al Padre que está en secreto, necesitamos tener fe. ¡Aunque uno no sienta nada exteriormente, debe tener la certeza de estar orando al Padre, quien está presente en secreto, donde no lo vean los hombres. El está verdaderamente presente y no menosprecia la oración de uno; está allí observando. Esto muestra cuánto se interesa por nuestras oraciones. El no lo observa a usted y luego se marcha; El le recompensará. Hermanos y hermanas, ¿pueden ustedes creer esto? Si el Señor dice que le recompensará, entonces, ciertamente lo hará. El Señor garantiza que la oración que se hace en secreto no será en vano. Si usted ora como es debido, el Padre le recompensará. Aunque parezca que no hay ninguna recompensa hoy, vendrá el día cuando usted será recompensado. Hermanos y hermanas, ¿puede su oración en lo secreto pasar la prueba de ser vista por el Padre en lo secreto? ¿Creen que el Padre los ve en lo secreto y los recompensará?
(
Ministerio de oración de la iglesia, El, capítulo 2, por Watchman Nee)