Lecciones de vida, tomo 2, por Witness Lee

II. ADORAR AL PADRE CON EL PADRE COMO CENTRO

La reunión del partimiento del pan es una reunión de adoración por parte de los creyentes. Según el proceso de la salvación de Dios, primero recibimos al Señor y luego nos acercamos al Padre. Así, en esta reunión de adoración, primero debemos hacer memoria del Señor y luego adorar al Padre. El centro de la sección de hacer memoria del Señor es la conmemoración del Señor, y el centro de la sección para adorar al Padre es la adoración al Padre, en la cual todas las oraciones, himnos y palabras deben ser dirigidas hacia el Padre.

1) “Tomó Jesús pan y bendijo, y lo partió, y dio a los discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es Mi cuerpo. Y tomando la copa ... les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es Mi sangre del pacto ... y cuando hubieron cantado un himno, salieron al monte de los Olivos” (Mt. 26:26-30).

En aquel día, después que el Señor Jesús partió el pan y cantó un himno con los discípulos, los guió al monte de los Olivos para reunirse con el Padre. Se implica y se establece un principio aquí, es decir, que después que hayamos partido el pan para hacer memoria del Señor, debemos ser guiados por El a adorar juntos al Padre.

2) “Anunciaré [Yo, el Cristo resucitado] a Mis hermanos Tu nombre [el del Padre], en medio de la iglesia [la reunión con los discípulos después de la resurrección] te cantaré himnos de alabanzas” (He. 2:12).

Esto se refiere a lo que el Señor hizo cuando se apareció a Sus discípulos y se reunió con ellos después de Su resurrección. El los consideró como hermanos y les declaró el nombre del Padre. También los consideró como la iglesia y cantó himnos de alabanza al Padre en medio de ellos. Aunque el Señor es el Hijo unigénito de Dios, a través de la muerte y la resurrección, regeneró a los que creímos en El (1 P. 1:3) para que pudiéramos ser hechos los muchos hijos de Dios. Entonces, llegó a ser el Hijo primogénito de Dios (Ro. 8:29) quien guía a los muchos hijos, que somos nosotros, con El al Padre. Después de resucitar, vino entre los discípulos (Jn. 20:19-29) y declaró el nombre del Padre a Sus hermanos. Luego, en la posición del Hijo primogénito de Dios, El guió a Sus muchos hermanos, quienes son los muchos hijos de Dios, a cantar juntos alabanzas al Padre, esto es, a adorar juntos al Padre. Según este hecho, después que nosotros hemos partido el pan en memoria del Señor, debemos ser guiados por el Señor a adorar al Padre. En esta sección de la reunión, tomamos al Padre como centro, y todas las alabanzas que cantamos al Padre es el Señor mismo en nosotros guiándonos a cantar alabanzas al Padre.

(Lecciones de vida, tomo 2, capítulo 5, por Witness Lee)