III. COMO SERVIR AL SEÑOR
1) Servir con todo nuestro ser: “Presentéis vuestros cuerpos”; “transformaos por medio de la renovación de vuestra mente”; “fervientes en espíritu, sirviendo al Señor” (Ro. 12:1, 2, 11). Todo nuestro ser es de tres partes: espíritu, alma y cuerpo. Servir al Señor con todo nuestro ser quiere decir que el espíritu, el alma y el cuerpo participan en el servicio al Señor. Primero, tenemos que presentar nuestros cuerpos al Señor; en segundo lugar, la mente, la parte principal de nuestra alma, tiene que ser renovada y transformada; en tercer lugar, nuestro espíritu tiene que estar ferviente. Así, las tres partes de nuestro ser participan en servir al Señor.
2) Seguir al Señor: “Si alguno me sirve [al Señor Jesús], sígame; y donde Yo esté, allí también estará Mi servidor” (Jn. 12:26). A fin de servir al Señor, nosotros tenemos que seguir al Señor. Los que sirven al Señor tienen que tomar el camino que El tomó. Necesitamos seguir al Señor dondequiera que vaya. Donde El está, allí también nosotros tenemos que estar. El escogió la cruz y estuvo dispuesto a tomar el camino de la cruz, muriendo a Sí mismo y a todo. Nosotros los que seguimos al Señor tenemos que hacer lo mismo. De esta manera podremos servirle.
3) Según el consejo de Dios: “Porque David, habiendo servido a su propia generación según el consejo de Dios...” (Hch. 13:36). Nuestro servicio al Señor, como el de David, debe ser según el consejo de Dios y en el consejo de Dios.
4) Teniendo oído para oír: “Y [su amo] le horadará la oreja ... Así será su siervo para siempre” (Ex. 21:6). Este versículo dice que en el Antiguo Testamento el amo horadaba la oreja del que deseaba servir, lo cual indica que tocaba sus orejas de tal modo que él pudiese ser obediente y sumiso. Para servir al Señor hoy en día, nosotros también necesitamos que el Señor nos toque a fin de que tengamos oídos para oír y seamos personas que sean obedientes y sumisas al Señor.
5) Acercar y estar delante del Señor: “Ellos [los sacerdotes] se acercarán para ministrar ante mí, y delante de mí estarán...” (Ez. 44:15). Este versículo dice que los sacerdotes del Antiguo Testamento sirvieron a Dios acercándose a Dios y estando delante de El. Hoy en día, a fin de servir al Señor, debemos hacer lo mismo. Aunque tengamos oído para oír la palabra del Señor, todavía tenemos que acercarnos a El y estar delante de El para saber lo que desea que hagamos, y así poder servirle conforme a Su deseo.
6) Ser fiel y prudente: “¿Quién es, pues, el esclavo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa?”. (Mt. 24:45). Como los esclavos que sirven al Señor, también necesitamos ser fieles y prudentes. Ser fiel significa no ser perezoso ni flojo, mientras que ser prudente es aprovechar la oportunidad para acabar con precisión todas las cosas que el Señor nos ha comisionado conforme a Su voluntad. Este es un requisito previo para los que deseamos servir al Señor, ser agradables a El y ser recompensados en Su regreso.
7) Tener los lomos ceñidos y las lámparas encendidas, y esperar el regreso del Señor: “Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas ... hombres que aguardan a que su señor regrese ... cuando llegue...” (Lc. 12:35-36). Aquí el Señor nos dice que para servirle como Sus esclavos, necesitamos tener nuestros lomos ceñidos y nuestras lámparas encendidas, y necesitamos esperar Su regreso. Tener nuestros lomos ceñidos significa no ser flojos, tener las lámparas encendidas es vivir en la luz, y esperar el regreso del Señor es ser vigilante. Todos éstos son requisitos esenciales para los que servimos al Señor.
8) Coordinar en el Cuerpo: “Porque el cuerpo [de Cristo] no es un solo miembro, sino muchos ... Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato? Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como El quiso ... Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno sólo. Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros” (1 Co. 12:14-21). Aquí se nos muestra que para servir al Señor como miembros del Cuerpo de Cristo, debemos coordinar con los santos y no actuar independientemente en el Cuerpo de Cristo, el cual es la iglesia. Esto es también un requisito relacionado con cómo nosotros debemos servir al Señor.
(Lecciones de vida, tomo 2, capítulo 11, por Witness Lee)