APRENDER A EJERCITAR NUESTRO ESPÍRITU
PARA CONTACTAR A CRISTO
Ahora que hemos descubierto el Lugar Santísimo en nuestro espíritu, tenemos que aprender a entrar en él. Tenemos que aprender a entrar en el espíritu, en el Lugar Santísimo, en el lugar donde encontramos reposo. Es por eso que en el capítulo anterior les recalqué la importancia de ejercitar el espíritu por medio de la oración. Mi intención no era hablarles de la oración, sino, más bien, ayudarlos a ejercitar su espíritu. Si ustedes desean contactar a Cristo, tienen que ejercitar su espíritu. Cada contacto que tenemos con Cristo equivale a una verdadera oración en el espíritu. Debemos aprender a ejercitar nuestro espíritu todo el tiempo, día y noche, a fin de contactar a Cristo. La verdadera oración consiste en que hablemos en nuestro espíritu con el Cristo que vive en nosotros.
Muchas veces me han hecho esta pregunta: “Hermano Lee, ¿podría decirme cuántas veces usted ora al día?”. En realidad, no les sabría decir cuántas veces, pues ¿acaso pueden contar las veces que respiran durante el día? Si pueden hacerlo, me temo que no serían personas saludables. Uno no alcanza a contar las respiraciones de una persona saludable, pues ella respira todo el tiempo. Mientras estoy ministrando a los santos, yo oro en mi interior. No podría ministrar sin tener contacto con Cristo. En ocasiones algunas hermanas se han acercado para preguntarme: “Hermano Lee, yo me enojo con mucha facilidad. ¿Cuál es la mejor forma de controlar mi mal genio?”. Les he dicho que es mejor no tratar de controlar el mal genio. Cada vez que usted esté a punto de enojarse, lo mejor es que tenga contacto con Cristo. Entonces ganará más de Cristo.
Debemos aprender a orar sin cesar (1 Ts. 5:17), no con la mente sino con el espíritu. Mantenga continuamente una conversación viva con Él, el Viviente que está en su espíritu. Él es maravilloso, todo-inclusivo, central y universal; sin embargo, Él es tan pequeño para usted porque Él esta confinado e incluso encarcelado en su ser. Usted lo tiene “en una cárcel” y por ello se ha vuelto tan pequeño en usted. Tenemos que aprender a experimentar a Cristo como Aquel que es central, universal, todo-inclusivo, subjetivo y maravilloso. Es imposible agotar los abundantes aspectos de Su persona.
¿Necesita usted consuelo? Cuando usted tiene contacto con Él tan sólo un poco, recibe consuelo. ¿Necesita recibir aliento? Simplemente contacte a Cristo ejercitando su espíritu, no su mente. A veces ni siquiera es necesario expresar palabras claras; simplemente puede decir: “Oh Señor, oh Señor”. Gima tan sólo un poco de esta manera, y se sentirá animado. ¿Necesita poder? Simplemente tenga contacto con Él y tendrá poder. Él es el Poderoso y el poder mismo. ¿Necesita dones? Tenga contacto con Él. Él es el Dador de los dones. Usted debe valorarlo a Él, el Dador, por encima de los dones. ¿Necesita sanidad? Tómelo como el Sanador, y recibirá sanidad. ¿Necesita sabiduría? ¿Necesita recibir dirección? Simplemente contáctelo; entonces tendrá sabiduría y recibirá dirección. Es muy sencillo; dondequiera que usted pueda respirar, allí puede tener contacto con Él. Él está muy cerca de usted, muy disponible y muy a mano. Él está aún más cerca de usted que el aire que respira, porque el aire está fuera de usted pero Él está en su interior. Aprenda a tener contacto con Él continuamente.
Aprenda a estar siempre delante del Señor. Nunca se aleje de Él. Cada vez que vengan los problemas, las pruebas, las dificultades, las cargas y las penas, contáctelo inmediatamente. Si tiene contacto con Él por un breve momento, si tan sólo lo toca ligeramente, obtendrá el poder, la energía y la fuerza. Él es la universalidad; Él lo es todo. Si usted necesita amor, Él es amor; si necesita paciencia, Él es paciencia; y si necesita humildad, Él es humildad. Simplemente aprenda a tener contacto con Él en su espíritu. Esto es muy sencillo, pero necesitamos practicarlo continuamente.
(Centralidad y universalidad de Cristo, La, capítulo 4, por Witness Lee)