CRISTO COMO ESPÍRITU
MORA EN NUESTRO ESPÍRITU
Ahora tenemos que averiguar dónde está el Espíritu hoy. Algunos cristianos pueden pensar que saben mucho, pues conocen las Escrituras y las doctrinas en cuanto a la Trinidad, la predestinación, la justificación por la fe, la santificación por la fe, etc. Pero todo esto no es más que conocimiento objetivo; ellos carecen del conocimiento verdadero, viviente, práctico, útil y subjetivo. Muchos cristianos saben que Cristo es el pan de vida, el pan vivo, pero casi nadie es capaz de explicarles cómo tomar a Cristo como el pan de vida. Si usted sólo tiene el conocimiento de Cristo como el pan vivo, mas no sabe cómo experimentarlo, ¿de qué le sirve tal conocimiento? Tal vez sepa que Cristo es la vida, pero ¿conoce la manera apropiada, real, práctica y viviente de experimentarlo como vida? Muchas veces, lo que sabemos es simplemente algo que está en nuestro intelecto según la letra, pero desconocemos la realidad de ello en nuestro espíritu de una manera viva. Casi siempre conocemos las Escrituras sólo según las enseñanzas teológicas tradicionales, pero no tenemos la experiencia personal, viviente, individual y práctica de las Escrituras.
Ahora debemos regresar a esta pregunta: “¿Dónde está Cristo el Espíritu hoy?”. La respuesta es que Cristo, quien es el Espíritu, está en nuestro espíritu. Afirmamos esto basándonos en Romanos 8:16, que dice: “El Espíritu mismo da testimonio juntamente con nuestro espíritu”. Esto significa que el Espíritu Santo ciertamente está en nuestro espíritu. Él no puede dar testimonio con nuestro espíritu a menos que esté en nuestro espíritu. Además, en 1 Corintios 6:17 se nos dice: “El que se une al Señor, es un solo espíritu con Él”. Somos un solo espíritu con el Señor. Si no tuviéramos espíritu, jamás podríamos ser un solo espíritu con el Señor. Pero alabado sea el Señor porque tenemos un espíritu, un espíritu humano creado por Dios. Es en este espíritu que somos uno con el Señor, porque el Señor mismo es el Espíritu. Estos dos espíritus se mezclan como un solo espíritu. Ahora nos queda claro que, primeramente, Cristo es hoy el Espíritu, el Espíritu vivificante, y, en segundo lugar, este maravilloso Espíritu está ahora en nuestro espíritu. Por tanto, experimentamos a Cristo de modo subjetivo, aun al grado en que Él llega a ser uno con nosotros.
Debemos percatarnos de la realidad de que nosotros y Cristo somos uno. Esto no debe ser simplemente una doctrina, sino una realidad, un hecho, en nuestra experiencia. No podemos pelear la batalla con nada que sea objetivo. Debemos tener algo que sea real, viviente y fuerte. Éste es el Cristo vivo, el Viviente, quien es el Espíritu y que vive en nuestro espíritu. Tenemos que conocerlo como tal.
(Centralidad y universalidad de Cristo, La, capítulo 3, por Witness Lee)