Centralidad y universalidad de Cristo, La, por Witness Lee

PERMANECER EN EL PRINCIPIO NEOTESTAMENTARIO

El principio neotestamentario consiste en que algo del interior del espíritu fluye para alcanzar a otros. El principio antiguotestamentario es que algo por fuera viene a nosotros. En el Antiguo Testamento, el Espíritu de Jehová, el Espíritu del Señor, siempre descendía sobre ciertas personas, y ellas hablaban algo por el Señor, diciendo: “Así ha dicho Jehová”. “Así ha dicho Jehová” no corresponde al principio del Nuevo Testamento, sino al principio del Antiguo Testamento. Hoy en día el enemigo, Satanás, está haciendo todo lo posible para llevar a los creyentes del Nuevo Testamento de regreso al Antiguo Testamento. El principio conforme al cual se profetiza en el Antiguo Testamento consiste en decir: “Así ha dicho Jehová” (Is. 10:24; 50:1; Jer. 2:2; Ez. 2:4). Sin embargo, en el Nuevo Testamento no encontramos este tipo de expresiones. En ninguna de las epístolas escritas por los apóstoles se encuentra esta manera de hablar.

En 1 Corintios 7:10 Pablo dijo: “A los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor”. Éste es el principio de encarnación, el cual es según el Nuevo Testamento. Conforme a dicho principio, el Señor no habla desde arriba desde los cielos, sino que habla en nuestro interior. Todo lo que decimos, Él lo dice con nosotros, por medio de nosotros, en virtud de nosotros y en nosotros. Asimismo, todo lo que hacemos, Él lo hace por medio de nosotros y con nosotros. Éste es el principio que nos presenta el Nuevo Testamento.

La Iglesia Católica ha llevado al cristianismo de regreso al judaísmo al mixturar muchas de las formas del Antiguo Testamento con las cosas del Nuevo Testamento. Algunos cristianos hacen todo lo posible por llevar a los creyentes neotestamentarios de regreso al principio antiguotestamentario, no en cuanto a las formas sino en cuanto a ciertas enseñanzas y movimientos. Esto es equivocado. Debemos permanecer en el principio neotestamentario.

El Señor descendió y entró en nosotros para ser uno con nosotros. Todas las epístolas fueron escritas en el estilo de sus escritores: “Yo (Pablo) os digo. Yo (Pedro) os digo. Yo (Juan) os digo. Pero no soy yo, sino Cristo. El Señor habla en mí”. En el Antiguo Testamento, Dios era un Señor objetivo, que obraba de forma milagrosa fuera de Su pueblo. Pero hoy en el Nuevo Testamento, el Señor es una persona que experimentamos de modo subjetivo. Él no le da mucha importancia a la manifestación objetiva, sino que centra toda Su atención en la obra interna.

Pablo tenía un aguijón en su carne (2 Co. 12:7), el cual debió ser cierta clase de sufrimiento físico en su cuerpo. Así que, acudió al Señor tres veces para pedirle que se lo quitara (v. 8), pero el Señor le respondió: “Bástate Mi gracia” (v. 9a). El Señor no quiso quitarle el aguijón externo, sino que, más bien, prefirió ser la gracia que le bastaba a Pablo en su interior. Así que, Pablo tuvo que aprender a experimentar al Señor mismo como la gracia interna, no como el Señor que obra milagros externos. Éste es el principio neotestamentario.

El sutil enemigo, Satanás, hace todo lo posible por conducir a los creyentes neotestamentarios de regreso a la época del Antiguo Testamento. ¿Queremos seguir vagando en el desierto? Por supuesto que no. Que el Señor tenga misericordia de nosotros. Entremos al reposo en el Lugar Santísimo, en la buena tierra, en el espíritu, y aprendamos a conocer al Cristo que está con nosotros en nuestro espíritu. El Señor ha dicho: “Bástate Mi gracia”, pero ¿dónde se encuentra la gracia del Señor? Gálatas 6:18 dice: “La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu, hermanos. Amén”. Tenemos que comprender que la gracia no denota cosas externas como milagros o señales, ni cosas físicas ni materiales. La gracia del Señor Jesucristo está con nuestro espíritu y en nuestro espíritu. Tenemos que experimentar Su gracia en nuestro espíritu internamente, no como algo externo. Creo firmemente que el apóstol Pablo es el mejor ejemplo de todos los creyentes. Tenemos que seguirlo a él. Debemos ser los creyentes neotestamentarios, y no personas del Antiguo Testamento.

(Centralidad y universalidad de Cristo, La, capítulo 4, por Witness Lee)