CRISTO AMA A LA IGLESIA
Leamos ahora Efesios 5:28-29: “Así también los maridos deben amar a sus propias mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida con ternura, como también Cristo a la iglesia”. Los maridos deben amar a sus mujeres, porque amar a sus mujeres equivale a amar a sus propios cuerpos. Los hombres siempre sustentan y cuidan con ternura a sus propios cuerpos, y Cristo también sustenta y cuida con ternura a la iglesia. A los ojos de Cristo, la iglesia es Su propio Cuerpo, hueso de Sus huesos y carne de Su carne. Estos versículos nos muestran que la iglesia es el Cuerpo de Cristo, y que Su obra actual hacia la iglesia consiste en sustentarla y cuidarla con ternura, porque la iglesia es El mismo. Ciertamente El nos sustentará y nos cuidará, porque todos hemos salido de Cristo. Sabemos cuánto nos sustentamos y cuánto nos cuidamos. Del mismo modo, Cristo nos sustentará y nos cuidará. Queda patente que “nadie aborreció jamás a su propia carne”. Si una persona normal lastima su mano, la cuidará con muchas precauciones; si su pie está herido, lo cuidará con cariño. Los hombres siempre se sustentan y se cuidan. De la misma manera, Cristo ama a la iglesia, porque la iglesia es El mismo.
Efesios 5:25-27 dice: “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a Sí mismo por ella, para santificarla, purificándola por el lavamiento del agua en la palabra, a fin de presentársela a Sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin defecto”. Estos tres versículos hablan de la iglesia como la Esposa de Cristo. “A fin de presentársela a Sí mismo” es la presentación de Eva a Adán por parte de Dios. De la misma manera, Cristo se presentará la iglesia a Sí mismo. Sin embargo, esta presentación se efectuará en el futuro. Hoy en día la iglesia todavía no ha alcanzado esta etapa. Cristo está laborando paso tras paso en la iglesia hasta el día en que El se la presentará a Sí mismo. En otras palabras, Efesios 5:25-27 habla del camino que va de la redención al reino. Paso tras paso la iglesia es preparada para que Cristo pueda presentársela a Sí mismo en aquel día.
¿Por qué se menciona aquí que la iglesia debe ser purificada? Porque aquí estamos en Efesios 5, y no en Génesis 2. En el libro de Efesios se ve la revelación más elevada de Dios con respecto a la iglesia. La característica extraordinaria de este libro es que no empieza con pecadores que luego son salvos, sino con nuestra elección eterna. Romanos 1 empieza por el pecado, por la manera en que pecamos y en que luego fuimos salvos. Pero Efesios 1 empieza por la eternidad y nuestra elección desde la fundación del mundo. No se menciona el problema del pecado sino hasta el capítulo dos. El libro de Efesios revela dos líneas: una va de la eternidad a la eternidad, y la otra de la caída del hombre a su redención. Efesios nos revela algo trascendental. Vemos cómo la iglesia procede de Cristo, cómo fue escogida antes de la fundación del mundo, y cómo manifestará para siempre la gloria de Cristo en la eternidad. Al mismo tiempo, nos muestra que la caída del hombre es un hecho, que su pecado es un hecho, y que la existencia de nuestra vida natural es también un hecho. Por consiguiente, el capítulo cinco dice que Cristo nos purificará por el lavamiento del agua en la palabra hasta que seamos santificados. El quiere restaurarnos hasta que correspondamos completamente con el propósito eterno de Dios.
Por una parte, necesitamos la visión para ver que la iglesia jamás ha fracasado, pecado o caído. La iglesia jamás ha tocado el pecado; de eternidad en eternidad ha estado en una línea recta. Por otra parte, debemos entender que no somos más que un grupo de pecadores salvos por gracia; por consiguiente, necesitamos el lavamiento del agua en la palabra. Necesitamos Su vida, por medio de Su palabra, para santificarnos y restaurarnos a lo sumo. Que Dios nos conceda gracia para que alcancemos este punto.
(
Iglesia gloriosa, La, capítulo 3, por Watchman Nee)