Iglesia gloriosa, La, por Watchman Nee

EL PROPOSITO INMUTABLE DE DIOS

Dios quería que el hombre gobernara para El en la tierra, pero el hombre no alcanzó el propósito de Dios. En Génesis 3 se narran la caída del hombre y la entrada del pecado; el hombre vino a estar bajo el poder de Satanás, y todo parecía llegar a su final. Aparentemente, Satanás salía victorioso y Dios era vencido. Aparte del pasaje en Génesis 1, hay dos porciones de las Escrituras que están relacionadas con este problema: el salmo 8 y Hebreos 2.

Salmo 8

El salmo 8 muestra que el propósito y el plan de Dios no han cambiado nunca. Después de la caída, la voluntad y los requisitos de Dios en cuanto al hombre permanecieron iguales sin ninguna alteración. Su voluntad en Génesis 1, cuando creó al hombre, sigue vigente, aunque el hombre pecó y cayó. A pesar de que el salmo 8 fue escrito después de la caída del hombre, el salmista pudo alabar, pues sus ojos seguían puestos en Génesis 1. El Espíritu Santo no olvidó Génesis 1, el Hijo no olvidó Génesis 1, ni siquiera Dios mismo olvidó Génesis 1.

Veamos el contenido de este salmo. El versículo 1 dice: “¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán admirable es tu nombre en toda la tierra!” (heb.). Todos los que son inspirados por el Espíritu Santo pronunciarán estas palabras: “¡Cuán admirable es tu nombre en toda la tierra!” Aunque algunas personas calumnian y rechazan el nombre del Señor, el salmista proclama en voz alta: “Oh Jehová, Señor nuestro, cuán admirable es tu nombre en toda la tierra”. El no dijo: “Tu nombre es muy admirable”. “Muy admirable” no tiene el mismo significado que “cuán admirable”. “Muy admirable” significa que yo, el salmista, puedo todavía describir la excelencia, mientras que “¡cuán admirable!” significa que a pesar de escribir salmos, yo no tengo las palabras para expresar, ni sé cuán admirable es el nombre del Señor. Por lo tanto, sólo puedo decir: “¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán admirable es tu nombre en toda la tierra!” No sólo es Su nombre admirable, sino que también es admirable “en toda la tierra!” La expresión “en toda la tierra” es la misma que en Génesis 1:26. Si conocemos el plan de Dios, cada vez que leamos la palabra “hombre” o la palabra “tierra”, nuestros corazones deben saltar dentro de nosotros.

El versículo 2 continúa: “De la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza, a causa de tus enemigos, para hacer callar al enemigo y al vengativo”. Los niños y los que maman se refieren al hombre, y el énfasis se pone al hecho de que Dios está usando al hombre para vencer al enemigo. El Señor Jesús citó este versículo en Mateo 21:16: “De la boca de los pequeños y de los que maman perfeccionaste la alabanza”. Estas palabras significan que el enemigo puede hacer todo lo que pueda, pero aún así no es necesario que Dios se enfrente con él. Dios usará niños y los que maman para vencerlo. ¿Qué pueden hacer los niños y los que maman? Dice: “De la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza”. El deseo de Dios consiste en conseguir hombres capaces de alabar; los que pueden alabar son los que pueden vencer al enemigo.

En los versículos del 3 al 8 el salmista dice: “Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies: ovejas y bueyes, todo ello, y asimismo las bestias del campo, las aves de los cielos y los peces del mar; todo cuanto pasa por los senderos del mar”. Si hubiésemos escrito este salmo, tal vez habríamos añadido un paréntesis aquí: “¡Cuán lamentable es este hombre que cayó, pecó y fue echado del huerto de Edén! El hombre ya no puede alcanzar ese nivel”. Pero damos gracias a Dios porque el corazón del salmista no contenía este pensamiento. En cuanto a Dios, la tierra todavía puede ser restaurada, la posición que Dios dio al hombre sigue vigente, y permanece todavía la comisión que El dio al hombre, es decir, la de destruir la obra del diablo. Por consiguiente, a partir del tercer versículo, el salmista vuelve a narrar la misma historia antigua, pasando por alto el tercer capítulo de Génesis. Esto es el rasgo extraordinario del salmo 8. El propósito que Dios tiene para el hombre es que éste tenga dominio. ¿Es el hombre digno? ¡Seguro que no lo es! Sin embargo, puesto que Dios desea que el hombre rija, ciertamente el hombre lo hará.

En el versículo 9 el salmista dice nuevamente: “¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán admirable es tu nombre en toda la tierra! (heb.)” El sigue alabando, como si no estuviera consciente de la caída del hombre. Aunque Adán y Eva habían pecado, no pudieron parar el plan de Dios. El hombre puede caer y pecar, pero no puede desbaratar la voluntad de Dios. Aun después de la caída del hombre, la voluntad de Dios con respecto al hombre siguió siendo la misma. Dios todavía exige que el hombre derribe el poder de Satanás. ¡Oh, cuán inmutable es Dios! Su camino es inquebrantable y sumamente recto. Debemos comprender que Dios jamás podrá ser derrocado. En este mundo algunos pasan por duras dificultades, pero nadie es atacado a diario y con golpes duros como lo es Dios. No obstante, Su voluntad jamás fue derribada. Lo que Dios era antes de la caída del hombre, El lo sigue siendo después de la caída del hombre y de la entrada del pecado en el mundo. La decisión que El tomó al principio sigue siendo Su decisión hoy en día. El no ha cambiado nunca.

(Iglesia gloriosa, La, capítulo 1, por Watchman Nee)