Iglesia gloriosa, La, por Watchman Nee

LA MUJER EN LA VISION

Apocalipsis 12:1 dice: “Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas”. ¿Quién es la mujer descrita en este versículo? Entre los estudiantes de la Biblia ha habido mucha controversia en cuanto a esta mujer. Algunos afirmaron que representa a María, la madre del Señor Jesús. Otros dijeron que representa a la nación de Israel. No obstante, las Escrituras muestran que esta mujer no puede ser ni María, la madre del Señor, ni la nación de Israel. Lo siguiente explica el por qué:

(1) Puesto que esta visión es revelada en los cielos, esta mujer pertenece totalmente a los cielos. Ni María ni la nación de Israel tienen esta posición.

(2) Después de que esta mujer da a luz un hijo varón, huye al desierto. Si comparamos a esta mujer con la nación de Israel, al hijo varón con Cristo, y el hecho de que el hijo varón sea arrebatado a la ascensión de Cristo, vemos que esto no corresponde a los hechos reales. Aunque la nación de Israel fue esparcida, su huida al desierto no fue el resultado de la ascensión de Cristo. Cuando Cristo ascendió, Israel ya llevaba tiempo en la dispersión, y había dejado de ser una nación. Pero aquí vemos que la mujer huye al desierto después de que el hijo varón es arrebatado a Dios. La nación de Israel había desaparecido mucho tiempo antes de la ascensión de Cristo. Por consiguiente, es imposible que esta mujer evoque a la nación de Israel, mucho menos a María.

(3) Mientras esta mujer estaba sufriendo dolores de parto dando a luz el hijo varón, se encontró con un dragón. Este dragón tenía siete cabezas y diez cuernos. El capítulo diecisiete nos dice que estas siete cabezas representaban siete reyes: cinco habían caído, uno existía todavía, y el otro habría de venir. Los diez cuernos son diez reyes que todavía no habían recibido un reino; se levantarán más tarde. Sabemos que estos acontecimientos históricos no sucedieron antes de la ascensión de Cristo. Por consiguiente, esta mujer y el hijo varón deben de simbolizar algo que ha de venir. Si decimos que esta mujer representa a la nación de Israel o a María y que el hijo varón representa al Señor Jesús, contradecimos la historia.

(4) Después del arrebatamiento del hijo varón, hubo guerra en el cielo, y Satanás fue echado a la tierra. Entonces se proclamó en el cielo: “Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de Su Cristo; porque ha sido arrojado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusa delante de nuestro Dios día y noche” (Ap. 12:10). Sabemos que esto todavía no se ha cumplido. Efesios 6 nos revela que la iglesia en la tierra debe seguir luchando contra los principados, potestades y fuerzas espirituales en las regiones celestiales. Satanás está allí todavía. Por no haberse cumplido esta porción de las Escrituras, no puede referirse al tiempo de Jesús.

(5) Cuando el dragón fue echado a la tierra, persiguió a la mujer que dio a luz el hijo varón. Muchas personas se basan en esto para decir que la mujer es María. Es verdad que María, después de dar a luz al Señor Jesús, huyó a Egipto; no obstante, no lo hizo durante la ascensión del Señor. Los versículos del 14 al 16 dicen: “Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su lugar, donde será sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo. Y la serpiente arrojó de su boca, tras la mujer, agua como un río, para que fuese arrastrada por la corriente. Pero la tierra ayudó a la mujer, pues la tierra abrió su boca y tragó el río que el dragón había echado de su boca”. Las teorías según las cuales esta mujer se refiere a María o a la nación de Israel no tienen fundamento, porque la historia muestra que nada de eso sucedió cuando Cristo ascendió al cielo. Por consiguiente, esta mujer no puede ser una alusión a María o a la nación de Israel.

(6) Existe otra prueba. El versículo 17 dice: “Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús”. Después de que el hijo varón, quien nació de la mujer, fue arrebatado al trono, todavía había sobre la tierra un remanente de la descendencia de la mujer. No podía ser María. Además, este remanente guarda los mandamientos de Dios y tiene el testimonio de Jesús. Podemos decir que la nación de Israel guardó los mandamientos de Dios, pero decir que tenía el testimonio de Jesús equivaldría a mezclar el Antiguo Testamento con el Nuevo. En conclusión, esta mujer no podía ser María ni tampoco la nación de Israel.

Entonces, ¿quién es esta mujer? El Antiguo Testamento muestra que una sola mujer se encontró con la serpiente: ésta fue Eva en Génesis 3. También en el Nuevo Testamento hay una sola mujer que se enfrenta a la serpiente. Aquí vemos la correspondencia y correlación de las Escrituras, el principio con el fin. Además, Dios señala específicamente que el gran dragón es la serpiente antigua. Esto significa que El se refiere a la serpiente mencionada anteriormente. Dios aclara que se trata de esa única serpiente antigua. Se pone énfasis en la palabra “la”, la serpiente antigua. Por tanto, la mujer mencionada en este versículo debe ser también esa mujer.

En el mismo principio, el sol, la luna y las estrellas mencionados en Génesis 1 también son mencionados en Apocalipsis 12. Así como la serpiente estaba en Génesis 3, está aquí también. La simiente de la mujer mencionada en Génesis 3 también se menciona aquí. Además, los dolores de parto se mencionan en Génesis 3 y aquí también. Si juntamos estas dos porciones de las Escrituras, podremos ver claramente que la mujer en Apocalipsis 12 es la mujer que Dios se propuso conseguir en Su voluntad eterna. Todo lo que le sucederá al final de la era presente queda claramente explicado aquí. La mujer de Génesis 2 indica el propósito eterno de Dios; la mujer de Efesios 5 habla de la posición y del futuro de la iglesia; y la mujer de Apocalipsis 12 revela las cosas que han de suceder al final de esta era. Aparte de estas tres mujeres, vemos otra mujer que nos muestra las cosas de la eternidad.

Cuando la mujer apareció en la visión, las Escrituras primero señalaron que ella estaba “vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas” (12:1). Estos hechos son muy significativos con relación a las edades.

(1) La mujer estaba vestida del sol. El sol se refiere al Señor Jesús. El hecho de que esté vestida del sol significa que cuando el sol está en su cenit, resplandece sobre ella. En esta era, Dios se revela por medio de ella. Esto indica la relación que ella tiene con Cristo y con la era de la gracia.

(2) La mujer tenía la luna debajo de sus pies. Esta expresión “debajo de sus pies” no significa que la esté pisoteando. Según el griego, significa que la luna está sometida a sus pies. La luz de la luna es el reflejo de una luz; no tiene su propia luz. Todas las cosas pertenecientes a la era de la ley reflejaban simplemente las cosas que se encuentran en la era de la gracia. La ley sólo era un tipo. El templo y el arca eran tipos también. El incienso, el pan de la proposición en el Lugar Santo y los sacrificios ofrecidos por los sacerdotes eran tipos, así como la sangre de las ovejas y de los bueyes. La luna debajo de los pies de la mujer significa que todas las cosas de la ley están sometidas a la mujer. Esto indica la relación que ella tiene con la era de la ley.

(3) La mujer llevaba una corona de doce estrellas sobre su cabeza. Las figuras principales en la era de los patriarcas abarcan el período que va de Abraham a las doce tribus. La corona de doce estrellas sobre su cabeza indica la relación que ella tiene con la era de los patriarcas.

De esta manera, vemos que la mujer no está relacionada solamente con la era de la gracia, sino también con la era de la ley y la era de los patriarcas. No obstante, está relacionada más íntimamente con la era de la gracia. Incluye a todos los santos de la era de la gracia, así como todos los santos de la era de la ley y de la era de los patriarcas.

(Iglesia gloriosa, La, capítulo 4, por Watchman Nee)