Visión intrínseca del Cuerpo de Cristo, La, por Witness Lee

EL RESULTADO DE QUE DIOS EL HIJO IMPARTA EL ELEMENTO DIVINO EN AQUELLOS QUE DIOS EL PADRE ESCOGIO Y PREDESTINO

La iglesia es también el fruto de que Dios el Hijo imparta el elemento divino en aquellos que Dios el Padre escogió y predestinó (Ef. 1:7-12). Dios el Hijo nos redimió mediante Su sangre (v. 7). Si no hubiéramos estado bajo condenación, no habríamos tenido necesidad de ser redimidos. Antes de que fuéramos salvos estábamos en Adán, en el mundo, en el pecado y en la muerte. Pero Cristo vino y nos redimió, sacándonos de Adán, del mundo, del pecado y de la muerte, y nos puso en Sí mismo; así que, ahora estamos en El. En el Nuevo Testamento encontramos esta expresión maravillosa: en El. Todos debemos decir: “Aleluya en El”. Debemos entender dónde estamos en este mismo instante: estamos en Cristo, el segundo de la Trinidad Divina, el Hijo de Dios, quien es la corporificación del Padre. Hemos sido redimidos por El y ahora estamos en El.

¡Cuán maravilloso es que estemos en Cristo! Cristo ha llegado a ser nuestra esfera, nuestro reino y nuestro elemento. La vida y la naturaleza del Padre son la sustancia, y el elemento del Hijo es el contenido de esta vida y naturaleza divinas. En la naturaleza y vida humanas tenemos el elemento humano; asimismo, ya que poseemos la naturaleza divina y la vida divina, también tenemos el elemento divino. En dicho elemento y con él, Dios nos hizo una nueva creación (2 Co.5:17). Esta nueva creación es un tesoro precioso para Dios.

Hemos sido puestos en Cristo, quien ahora es nuestra esfera y elemento, a fin de que, poseyendo Su elemento divino, seamos hechos la herencia de Dios, un tesoro para Dios (Ef. 1:8-11). Dicho tesoro llega a ser la herencia de Dios. Si aún estuviéramos en Adán, en el mundo, en el pecado y en la muerte, Dios no nos tomaría como Su herencia. ¿Cómo podríamos los pecadores llegar a ser la herencia de Dios? Unicamente al ser puestos en Cristo. En Cristo y con El fuimos hechos una nueva creación, y esta nueva creación es la posesión de Dios, es decir, Su herencia.

Dios nos valora como Su tesoro, pues a los ojos de El ya no somos pecadores, sino que ahora somos como un diamante. Dios nos valora en Cristo como Su posesión, Su herencia. En Cristo, Dios desea reunir todas las cosas creadas bajo una cabeza (v. 10). Hoy tenemos a Cristo y estamos en El. ¡Aleluya, somos uno! En el mundo no hay unidad. En la iglesia están representadas todas las razas, y aunque hay entre nosotros blancos, negros, amarillos, morenos y rojos, no obstante, todos somos uno en Cristo. En Cristo todos estamos reunidos bajo una sola cabeza. Debido a que Cristo nos redimió y nos puso en Sí mismo como elemento, El impartió Su propio elemento divino dentro de nuestro ser. Por lo tanto, no sólo tenemos la naturaleza divina y la vida divina, sino también el elemento de dicha vida y naturaleza; ésta es la impartición de Dios el Hijo, la segunda persona de la Trinidad Divina.

(Visión intrínseca del Cuerpo de Cristo, La, capítulo 1, por Witness Lee)